En Colombia, más de 11 millones de personas viven en zonas rurales y, según el último informe del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), el 35% de las mujeres que se identifican como campesinas, están participando en labores agropecuarias como la agricultura, la ganadería y la pesca.
En el departamento de Santander, las mujeres representan casi la mitad del campesinado (47%). Y más específicamente en el municipio de San Vicente de Chucurí, en la vereda Cantarranas del sector Santa Elena, vive Paola Martínez, una mujer que como muchas, le ha apostado al campo colombiano.
Es un mujer tímida pero muy comprometida con su hogar, ya que asegura que este le da sustento y seguridad alimentaria a su familia, por eso, junto a su esposo Mauricio Centeno y sus tres hijos, llevan a cabo labores agrícolas, principalmente en cultivos de cacao y aguacate que son los que predominan en su finca.
Buscando mejorar la producción de sus cultivos, decidieron vincularse al Programa de Monitoreo Climático de ISAGEN que es implementado por Fundación Natura: “hubo una reunión en la escuela, nos llamó mucho la atención, nos invitaron, fuimos con mi esposo. Y pues desde el 2017 comenzamos a tomar el registro del monitoreo climático (…) Gracias a esto, sabemos cuándo hay más humedad para llevar un buen control sobre malezas, para abonar, para sembrar. Entonces, a través del proyecto, nos ha servido muchísimo porque hemos mejorado en la finca” explicó Paola, que es la encargada de manipular los alimentos, es decir, trabaja con ellos durante su elaboración, almacenamiento, transporte, distribución, venta y servicio.
El programa de Monitoreo Climático hace parte del Plan de Manejo Ambiental de la Central Hidroeléctrica de Sogamoso de la empresa de energía ISAGEN, y nació hace 11 años como una necesidad comunitaria de medir la percepción de los habitantes de: Girón, Betulia, Zapatoca y San Vicente de Chucurí, frente a posibles cambios microclimáticos ocasionados por el embalse.
Es así como después decidieron involucrar a los mismos campesinos en la toma y registro de variables climáticas, dando origen a la estrategia de Monitoreo Climático Participativo. Esta estrategia se da a través de una microestación que está compuesta por un termohigrómetro y un pluviómetro, instrumentos que permiten medir la temperatura, la humedad relativa y las precipitaciones; y con ello anticipar, entre otras cosas, las temporadas de lluvias que se han intensificado por la crisis climática actual.
Aunque manejar este tipo de tecnología es un reto y requiere de tiempo: “pues al principio nos daban nervios, […] pero ya después de que lo vinculamos a la rutina diaria, nos fuimos como familiarizando […] y entonces pues ya nos gusta y nos hemos motivado más a tomar estos registros”. recordó Paola Martínez.
Las capacitaciones brindadas por la Fundación Natura han sido vitales para entender este tipo de tecnologías. Pero también lo que ha hecho al proyecto tan exitoso, es que no se han involucrado sólo hombres sino también mujeres y eso ha permitido que su trabajo como campesinas sea visibilizado, dignificado y mejor remunerado. Además, incentiva una mayor participación, por parte de ellas, en las decisiones que se toman dentro de sus hogares y comunidades: “Agradecer principalmente a ISAGEN, Fundación Natura por abrirnos las puertas […] para capacitarnos y darnos la oportunidad de tener más conocimientos. Y así pues nosotros poder poner esto en práctica en la finca. Entonces totalmente agradecidos y mientras que el proyecto siga, pues nosotros felices de poder continuar”, resaltó.
Y es que, según Naciones Unidas, las mujeres que se dedican al campo sufren inequidad de manera desproporcionada a pesar de ser tan productivas y buenas gestoras como los hombres. En consecuencia, no disponen del mismo acceso a la tierra, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor.
Es por eso que, la Fundación Natura está comprometida con seguir creando espacios que promulguen la igualdad de género, al permitir que mujeres, como Paola Martínez, accedan a los mismos programas en los cuales participa su contraparte masculina. Y eso significaría disminuir la pobreza y la desigualdad del país, pues según el Instituto Global McKinsey de los Estados Unidos, al cerrar las brechas laborales entre mujeres y hombres en Colombia, podría haber beneficios económicos de más de 100 mil millones de dólares para 2025.
Más información sobre este programa en: Libro monitoreo climático participativo MCP – Una Estrategia basada en el enfoque de ciencia ciudadana – Fundación Natura Colombia
Por: Lorena González Linares