En línea con su compromiso por construir un Un mundo sin residuos, la Fundación Coca–Cola lidera iniciativas y acciones de sensibilización, educación ambiental y sostenibilidad para avanzar en su objetivo corporativo de recolectar y reciclar a 2030 el 100% de los envases que se introducen en el mercado. Una de ellas es ‘Playas libres, basura cero’, un proyecto ejecutado por Fundación Natura, que busca involucrar a la comunidad en el cuidado de las playas, mitigando el problema de la contaminación y disminuyendo prácticas de degradación de ecosistemas marino-costeros.
La educación ambiental sobre la gestión de residuos sólidos y la difusión de prácticas responsables y sostenibles han sido un pilar para ‘Playas libres, basura cero’. Por ello, durante los quince meses de ejecución del proyecto, se han implementado diferentes estrategias para integrar grupos juveniles e instituciones educativas por medio de alianzas para que algunos estudiantes puedan hacer su servicio social con el programa, aprendiendo sobre la gestión de residuos sólidos, reciclaje, ecosistemas marinos costeros, huella plástica, entre otros temas que posteriormente podrán amplificar en sus instituciones y comunidades.
Un ejemplo de lo anterior es Bahía Solano (Chocó), lugar en el que se dio inicio a las primeras actividades dirigidas especialmente a los jóvenes de la región, incluyendo un grupo de 176 estudiantes pertenecientes a 3 instituciones educativas, el cual hará su servicio social con el proyecto. Asimismo, en el marco de la alianza, se realizaron cuatro talleres con un total de 97 participantes pertenecientes a la Institución Educativa Luis López de Mesa de Ciudad Mutis, la Escuela Normal Superior Santa Teresita de El Valle, el Instituto Agrícola de El Valle y Palmas del Pacífico, un grupo juvenil de Ciudad Mutis.
“Se realizaron talleres de escritura de guiones para presentaciones con títeres como herramienta para sensibilizar sobre la importancia de los ecosistemas marino-costeros y la gestión de residuos sólidos”, afirmó Edgar Molina, Gestor local de Bahía Solano. “Estos espacios estuvieron dirigidos a mayores de 14 años, una población que juega un papel importante, ya que permiten que las acciones perduren, porque son el futuro y la opción para cambiar. Mientras más los empoderamos, tendremos más certeza que los mensajes en pro del bienestar ambiental y de la armonía del hombre y la naturaleza, van a estar presentes en las acciones que ellos replican”, agregó.
Los talleres, dirigidos por Daniela Robledo, iniciaron con una sesión para aprender técnicas de escritura para la construcción del guion para la obra de títeres caseros. A lo largo de la jornada de capacitación, la experta incentivó a los jóvenes a cortar, doblar y hacer nudos con camisetas viejas para ir creando y dando forma a los personajes. Al cerrar la jornada, se abrió el telón para conocer las historias de los títeres caseros creados por los jóvenes, los cuales personificaron tortugas, ballenas, especies del bosque y migratorias para dar paso a reflexiones sobre la vida y la biodiversidad.
“Las actividades artísticas incrementan la percepción del entorno y, al mismo tiempo, generan en el alumno una flexibilidad de pensamiento para poder interpretar el mundo que le rodea. El aprendizaje de la educación artística se basa en la observación a las problemáticas de la contaminación por residuos sólidos en el mar para luego reproducirlas de la manera más exacta posible y siendo más conscientes sobre las acciones para desarrollar en contra de la misma problemática”, aseguró Catalina Ospina, Jefe del proyecto.
“Integrarlos es un gran reto debido a los distractores que los han apartado de algunas realidades de su territorio. Las dinámicas que viven hoy en día no son las mismas que vivíamos antes, por lo que debemos repensar y rediseñar estrategias para captar su atención hacia actividades de conservación y desarrollo sostenible y responsable, tales como el reciclaje”, concluyó Molina.