Como parte del proyecto ‘Corredor Ecológico Vial Bogotá Villavicencio’, Fundación Natura y la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) hicieron alianza para estudiar árboles que aún crecen dentro de procesos productivos y que a pesar de estar aislados o excluidos pueden ser la base de restauración ecológica y sistemas agroforestales.
BOGOTÁ, NOVIEMBRE 25 DE 2016. Es normal y usual que se siembren árboles. Y en la ilegalidad, que se talen muchos otros.
Lo que no resulta muy ordinario es que un grupo de expertos dediquen su tiempo a estudiar rigurosamente aquellos árboles adultos, que por el impacto de la agricultura, o la ganadería, hayan quedado en pie dentro de muchas fincas, pero apartados y excluidos, solos, como sobrevivientes de un desastre.
Y eso es lo que está haciendo Fundación Natura en alianza con la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) en cuatro municipios del oriente de Cundinamarca: Chipaque, Cáqueza, Quetame y Guayabetal. Allí, y como parte de las actividades del proyecto ‘Corredor Ecológico Vial Bogotá – Villavicencio’, se están midiendo los índices de conectividad que aún crea la presencia de árboles, pero que crecen aislados en medio de sistemas productivos agropecuarios.
El trabajo está haciendo un inventario para saber a qué especies corresponden y cuánto miden. Cada uno está georeferenciado, se le analiza la composición florística en el predio, para determinar, además, cuál es el ancho de su tronco y, como principal medición, el tamaño de su copa.
Esta es la parte más alta y la que permite que especies de animales pasen de un lugar a otro utilizándola como un trampolín o un corredor por el que pueden saltar a otros árboles, llegar a sitios específicos de la finca o, incluso, conectarse eventualmente con un bosque cercano.
Raúl García, profesor de la UNAD, explica que entre más grandes son las copas, mayor es esa conexión. “Pero lo que queremos precisar es cuáles de esas especies ofrecen la mejor conectividad y qué animales son los más beneficiados”, explicó,
Esto permitiría identificar, además, los árboles nativos que ofrecen la mayor relevancia a la hora de estructurar el paisaje y cuáles son los predios que tienen árboles dispersos que podrían ser la base para desarrollar allí sistemas agroforestales.
También, se podrá saber el sitio más adecuado para sembrar otras plantas que, además de garantizar procesos de reforestación, aseguren en el futuro interconexión para la fauna, una información que resultará valiosa para la planificación territorial de los municipios y la consolidación de decisiones de restauración ecológica, que pueden mejorar la interacción entre conservación y producción agropecuaria.
Por el momento, explica García, el trabajo se ha concentrado en ocho fincas por cada uno de los municipios elegidos, en donde avanza la fase de recolección de datos en campo.
Se espera que los primeros resultados, luego del análisis de la información, se puedan tener en el primer semestre de 2017.
Además de un técnico de la Fundación Natura y un docente de la UNAD, está vinculado a la investigación un estudiante de ingeniería agroforestal, que desarrolla una tesis. También ha sido clave la participación de la comunidad, sobre todo en el proceso de identificación de especies.
El proyecto ‘Corredor Ecológico Vial Bogotá-Villavicencio’, como parte de otros de sus variados objetivos, entre los que aparecen contribuir a la preservación de la biodiversidad y a la protección y restauración de la vegetación de las cuencas hidrográficas, ha sembrado en esta región 240.000 árboles en predios públicos y privados, que se espera contribuyan con el mejoramiento de las condiciones ecológicas a lo largo de la cuenca del río Negro.