Termohigrómetro viajero: una iniciativa que visita las familias de San Vicente de Chucurí

El cuaderno viajero es una herramienta usada en las aulas, que le permite a los niños fortalecer sus capacidades comunicativas y artísticas, mediante historias o anécdotas. Inspirados en esta dinámica, el proyecto Monitoreo climático participativo ha incorporado el “Termohigrómetro viajero”, una estrategia que se ha venido desarrollando en la escuela Santa Helena de la vereda Canta Ranas, ubicada en San Vicente de Chucurí (Santander).

Esta iniciativa, liderada por Katerinth Badillo, profesional social del proyecto, ha permitido que cada estudiante lleve un termohigrómetro para su casa y escriba en una cartilla de registro los datos que obtiene. Esta actividad se realiza para motivar a niños y niñas a aprender sobre temas meteorológicos (temperatura y humedad relativa) y ha permitido que las familias conozcan del proyecto y se vinculen.

Esta vez, el termohigrómetro viajó hasta la finca La Aurora, donde vive Jorge Andrés de diez años y su familia. De esta forma, no solo él, sino también su mamá, papá y hermano menor, aprendieron a medir la temperatura y la humedad en la finca.

Ahora, Maribel y Jorge Luis, padres Jorge Andrés y Emanuel, llevan el registro de los datos y se encuentran vinculados al monitoreo climático participativo. Esto les ha permitido comprender mejor el comportamiento del clima en la región, relacionarlo con sus cultivos e incluso con un galpón que tienen para la cría de pollos.

Los días en la finca inician a las cinco de la mañana, con unos minutos de oración y un desayuno, preparado por Maribel, para su familia y los obreros. Luego, alista el refrigerio de su hijo mayor y lo despide para ir al colegio, para después ir a tomar el registro de las variables monitoreadas: temperatura, humedad relativa y precipitación, y continúa sus labores en los galpones.

Maribel cuenta que el esposo, el hijo mayor y ella, toman el registro dependiendo de la disponibilidad de tiempo, y Emanuel, el hijo menor, aunque aún no manipula los instrumentos, está pendiente de monitoreo diario. “A veces uno mira la temperatura y la humedad, y otro se encarga del registro del agua”, resaltó.

Un factor particular que tiene la familia Hernández, a diferencia de otras fincas donde se realiza el monitoreo, es que, tras analizar los datos que surgen del registro, pueden tomar mejores decisiones frente a sus cultivos y frente a su principal fuente de ingreso: el galpón de pollos.

Desde que se vincularon al proyecto, han aprendido y ven reflejado ese proceso en la finca. “Nos damos cuenta, por medio del termohigrómetro, en qué momento aumenta la temperatura o se disminuye y sabemos, por ejemplo, en qué momento le debemos subir o bajar las cortinas a los pollos, tanto recién nacidos como en su etapa de sacrificar”, afirmó Maribel, quien, también, expresó su interés en el programa, su disposición en aprender algo nuevo cada día y compartir con personas de otras veredas los registros diarios por medio del grupo de WhatsApp que tienen todos los monitores.

Hace 8 años, cuando iniciaron el negocio, criaron diez pollos en un pequeño corral hecho por Jorge Luis y su padre, la venta era puerta a puerta hasta que el negocio fue aumentando debido al voz a voz. Cada vez criaban y vendían más pollos. Tiempo después de vender por encargo se presentó la oportunidad de comprar un negocio en el pueblo, donde ahora comercializan pollos y otros productos.

Actualmente, Maribel y su familia crían más de mil pollos y comercializan a quince negocios de pueblo, también ha vinculado a siete mujeres más a esta actividad, lo que le ha permitido ampliar el mercado y generar empleo a otras personas del sector.

Es así como la iniciativa de Monitoreo climático participativo, de ISAGEN y Fundación Natura, sigue buscando herramientas para llegar a más familias santandereanas, para extender conocimientos meteorológicos a personas de todas las edades y crear interés en los niños y niñas de la región con estrategias como el Termohigrómetro viajero.

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