Reflexionar sobre nuestro compromiso con el cuidado del medio ambiente, es un ejercicio que nos lleva a resaltar el esfuerzo de actividades económicas como la agricultura, un sector interesando en adoptar prácticas que contribuyen con un ambiente sostenible, un clima apto para sus cultivos y una red hídrica saludable.
En este sentido, los agricultores de Santander son un ejemplo, ya que han mejorado significativamente sus métodos de producción para optimizar sus cosechas, como lo señala Norberto Carreño Acevedo: “contar con un ambiente sano influye en las actividades de la agricultura, porque si vemos la tierra como nuestra madre y trabajamos sin hacerle daño, ella nos va a agradecer y ese agradecimiento se manifiesta en buenas cosechas y, por lo tanto, buenos ingresos para nuestros bolsillos”.
Norberto es agricultor, tiene 66 años y vive con su esposa en la finca El Cóndor, en San Vicente de Chucurí. En su parcela cultiva cítricos, aguacate, yuca, banano, plátano, hortalizas, pasto de corte y matarratón para forraje, tiene un pequeño potrero con tres vacas y dos caballos, y está iniciando con un proyecto de gallinas ponedoras.
Mediante las labores diarias de la finca ha transformado la conexión que tiene con la madre tierra y todos los seres que habitan en ella. “La tierra lo es todo, es por donde camino, es donde habito, es donde siembro y de donde vienen nuestros alimentos e ingresos. También es donde nuestros hijos y nietos podrán heredar un buen lugar para vivir, crecer y trabajar”.
Además de reconocerse como hijo de la tierra, Norberto se esfuerza por cuidarla y cuidar de todos los seres vivos. Cuida de los árboles, que los ve como sus hermanos, desde que son pequeños hasta que crecen; cuida de todos los animales y de la relación que tiene con ellos, sin importar sin son agresivos, dañinos o venenosos, pues sabe que todos cumplen un rol importante en los ecosistemas.
Esto lo ha llevado a mejorar sus prácticas como agricultor, pues sabe que de la tierra viene todo lo que necesitamos para vivir. “Creo que hay varias cosas que hacer, una es sembrar los cultivos de manera asociada y no de una sola especie, como el monocultivo; otra es utilizar las semillas nativas, no utilizar productos químicos como insecticidas, fungicidas o fertilizantes, y en caso de ser estrictamente necesario, ser cuidadosos con las dosis. También es importante hacer un análisis de suelos para saber qué fertilización realmente necesita el cultivo”.
Sumado a esto, resalta la importancia de trabajar siempre pensando en cuidado del agua, en la conservación de este recurso, “porque todos sabemos la importancia que tiene para nosotros, para nuestro cuerpo, nuestra alimentación, para los animales y los cultivos, y lo escasa que se está volviendo”.
Por eso, además de aportar con las acciones en su predio, Norberto hace parte del programa de monitoreo climático participativo que realiza ISAGEN y Fundación Natura, en los municipios de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón (Santander), donde ha podido aprender sobre el clima de su región y conexión que puede tener con las actividades de agricultura.
Norberto y su esposa han aprendido a llevar un monitoreo diario, a utilizar las herramientas adecuadas, tener un registro, analizar datos y entender esa relación que los acerca cada vez más con la tierra, el medio ambiente y las acciones para proteger servicios ecosistémicos como el agua.
Así, iniciativas como el monitoreo climático han permitido aportar a la protección de la biodiversidad y los ecosistemas, sumando acciones a las metas del Marco Mundial de la Biodiversidad de Kunming-Montreal, adoptadas por los gobiernos para detener y revertir la pérdida de biodiversidad al año 2030. Un enfoque que, no solo beneficia a Norberto y su comunidad, sino que también contribuye a metas globales y lucha contra el cambio climático.
En este caso, el aporte a la meta 10, sobre gestión sostenible de las superficies dedicadas a la agricultura, la acuicultura, la pesca y la silvicultura, se relaciona con los cultivos agroforestales de cacao y café que se ubican en el área de influencia del programa de monitoreo, pues ofrecen servicios ecosistémicos, entre los cuales se destaca la captura y almacenamiento de carbono atmosférico, lo que contribuye a la mitigación del cambio climático y fomenta la conservación de la biodiversidad al proporcionar hábitats para una diversidad de especies vegetales y animales.
Por otro lado, aporta en la meta 11 que busca restaurar, mantener y mejorar las contribuciones de la naturaleza a las personas, pues “los sistemas agroforestales de cacao cumplen un rol importante en la conservación del suelo, ya que ayudan a prevenir la erosión al mantener una cobertura vegetal constante y promover la infiltración de agua. Esto es especialmente crucial en regiones montañosas y con pendientes pronunciadas, como ocurre en Santander”, afirmó Andrés Rueda, Jefe de proyecto.
Finalmente, está la meta 20 que espera fortalecer la creación y el desarrollo tecnológico para la conservación de la biodiversidad, que se relaciona con la estrategia de monitoreo porque “ayuda al desarrollo de capacidades para mejorar la respuesta y adaptación al cambio climático, y al proporcionar datos climáticos locales en tiempo real, las comunidades pueden identificar riesgos climáticos emergentes, como inundaciones, sequías o tormentas intensas. Esta información puede utilizarse para desarrollar medidas de preparación y adaptación que reduzcan la vulnerabilidad de las comunidades frente a los impactos del cambio climático, aumentando así su resiliencia a largo plazo”, aseguró Andrés.
Es así, como desde ISAGEN y Fundación Natura, en un trabajo articulado con las familias cacaoteras y cafeteras de Santander, se suman esfuerzos para cuidar el medio ambiente, aportar a las metas que tienen el país en los marcos globales y mejorar sus prácticas para transformar la relación que todos tenemos con la madre tierra.