Colombia es un país cacaotero reconocido mundialmente por su excelente calidad, así lo demuestra la medalla de oro obtenida este año en el concurso Cacao of Excellence. Este galardón resalta, más que la calidad, el esfuerzo y dedicación de los agricultores que lo cultivan y cuidan en el país.
Estos reconocimientos y la alta calidad del cacao son un reflejo de la producción, que ha aumentado de 30 mil toneladas hace 17 años a 60 mil toneladas en la actualidad, según la Federación Nacional de Cacaoteros de Colombia (Fedecacao).
Este valioso producto proviene de un árbol que prospera en ecosistemas de bosques tropicales húmedos, donde las temperaturas oscilan entre 21°C y 32°C, la humedad relativa es superior al 70% y la precipitación anual varía entre 1,500 y 2,000 mm, distribuida de manera equitativa durante el año. La altitud ideal para su cultivo es de 100 a 1.200 metros sobre el nivel del mar, según la guía técnica de Fedecacao.
En Santander, el departamento pionero en la producción de cacao, se cultiva en sistemas agroforestales bajo la sombra de árboles más altos como: guamos (Inga spp.), cedros (Cedrela odorata) y matarratón (Gliricidia sepium), que protegen a los cacaoteros del sol intenso y mejoran la fertilidad del suelo.
En 2021, según la federación, esta región lideró la producción nacional de cacao con una participación del 40,6%, consolidándose como el principal productor en Colombia con 18 mil familias y 40 municipios dedicados a su cultivo.
Para los agricultores santandereanos, el árbol de cacao es de gran importancia económica, social, ambiental y cultural, ya que su cultivo es una de las principales fuentes de ingresos alcanzando, en 2023, una producción de 20.603 toneladas. “Ha sido una alternativa viable para el desarrollo rural en Santander, especialmente en áreas afectadas por el conflicto. Ha contribuido a la estabilidad social y a la mejora de las condiciones de vida en las zonas rurales. En algunas áreas, el cacao se promovió como un cultivo legal y sostenible, sustituyendo cultivos ilícitos y generando ingresos lícitos y seguros para las comunidades”, afirmó Andrés Rueda, jefe de proyecto de Fundación Natura.
Y resaltó la estrecha relación entre los productores y sus cultivos, indicando que “el cacao es uno de los frutos que más genera ingresos económicos y dondequiera que se mire se encuentra esta maravillosa planta. Generalmente, los cacaocultores son personas que desde muy corta edad reconocen los árboles de cacao e identifican las etapas fenológicas y fitopatológicas. Aunque en la mayoría de los casos lo hacen de manera empírica, estas prácticas crean una cultura cacaotera que se transmite de generación en generación”.
Para sumar conocimientos y contribuir a los procesos y técnicas relacionadas con el cultivo, ISAGEN y Fundación Natura llevan a cabo un Programa de monitoreo climático participativo,
que permite a los productores recopilar datos sobre las condiciones climáticas de la zona y analizarlos para influir en la toma de decisiones respecto a los cultivos.
En los municipios de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón (Santander), los datos recopilados diariamente pueden ayudar a los agricultores en el manejo de enfermedades como la monilia, que se ve favorecida por el aumento de la humedad en el ambiente.
“Hemos observado que el cultivo de cacao crea lazos entre familias y comunidades, donde cada miembro desempeña un papel activo. Aunque históricamente los hombres han liderado el cuidado del cacao, hoy en día las mujeres tienen un rol fundamental. Son ellas quienes participan más en reuniones y procesos institucionales, lo que fortalece su conocimiento y les permite involucrarse más en la toma de decisiones sobre el cultivo y su manejo adecuado”, aseguró Andrés.
En este departamento, además de fortalecer la agricultura, la ciencia ciudadana y las relaciones sociales que se van tejiendo, se han capacitado a las familias cacaocultoras para aprovechar mejor el producto. Gracias a estos procesos de gobernanza, han aprendido a elaborar alimentos, productos para la piel y compost, descubriendo así nuevos beneficios y usos del fruto.
El cacao de Santander es clave en la gastronomía local y nacional, con una rica tradición en la producción artesanal de chocolate. El departamento destaca por su chocolate de mesa utilizado en bebidas tradicionales y por las barras artesanales que poseen un alto contenido de cacao, se comercializan localmente y se exportan.
Por eso resaltamos la importancia de este producto y la contribución de Santander al país en términos de conocimiento, calidad y producción de cacao. Reiteramos nuestro compromiso de seguir fortaleciendo la gobernanza a través de un producto clave para nuestra economía, mediante procesos como el Programa de monitoreo climático participativo.