Colombia es un país de humedales, atravesado por grandes cuerpos de agua que albergan una rica biodiversidad. Reptiles, anfibios, mamíferos, aves, flora, organismos microscópicos y múltiples especies nativas y migratorias habitan estos valiosos ecosistemas que, no solo aportan en la mitigación al cambio climático, sino que también prestan servicios como la regulación del agua y la protección contra inundaciones.
En Colombia, se estima que hay alrededor de 31.702 humedales que cubren cerca del 26% del territorio nacional. Sin embargo, solo 11 de ellos son designados sitios Ramsar, este reconocimiento se da por su importancia internacional para la conservación y uso racional de estos ecosistemas.
Por eso es tan importante y urgente su protección mediante diferentes procesos de conservación, restauración, investigación y gobernanza territorial. Razón por la cual, en un trabajo articulado entre Ecopetrol y Fundación Natura, se llevó a cabo el proyecto CO2 Humedales, que entregó al país una propuesta de Protocolo para la estimación de contenidos de carbono y biodiversidad en humedales del Magdalena medio y bajo.
Este documento cuenta con lineamientos metodológicos y conceptuales para hacer estimaciones de contenidos de carbono e identificar el papel que cumplen los ecosistemas de humedales en el cambio climático y cómo su estado de conservación podría aportar o ser un aliado frente a estrategias de mitigación y adaptación.
“Al identificar los contenidos de carbono en los humedales se puede distinguir qué función cumple frente al cambio climático, si está actuando como un reservorio o está siendo un emisor, si está ayudando a la transformación climática o, en su defecto, si todas las intervenciones que está sufriendo hace que se pierdan o transformen muchas de sus funciones ecológicas naturales”, afirmó Claudia Andramunio, coordinadora de la línea que llevó a cabo este proceso y quien es hoy Jefe de proyecto de Fundación Natura.
Algunas de las afectaciones que amenazan estos ecosistemas son: la invasión de sus zonas de ribera por cultivos de ganadería, la contaminación de sus aguas, el desvío de sus caudales, la introducción de especies exóticas, la disposición inadecuada de residuos inorgánicos y orgánicos, la comercialización ilegal de la fauna y flora, y las quemas que se realizan para poder capturar esta fauna.
En este sentido, Claudia también afirmó que lo que se busca es identificar el estado de estos ecosistemas, su rol frente al cambio climático y el de los contenidos de carbono que en este momento tiene y, así, poder generar algunas estrategias y Soluciones Basadas en la Naturaleza como: conservación o restauración, pero, principalmente, de adaptación frente al cambio climático.
Es por lo que, junto con Ecopetrol, la Universidad Santo Tomás y Red Econova, se dio inicio al proyecto Laboratorio vivo, ciénaga de San Silvestre en Barrancabermeja (Santander); que se convierte en la primera implementación de la propuesta de protocolo desarrollada por Ecopetrol y Fundación Natura, en el marco CO2 Humedales.
Ahora, con el fin de estimar los contenidos de carbono en esta ciénaga, estudiar su biodiversidad y desarrollar trabajo comunitario, se iniciaron actividades en marzo y en mayo se llevó a cabo el primer acercamiento con la comunidad, con el taller de intenciones de monitoreo comunitario participativo, un espacio con asociaciones de pescadores, agricultores, instituciones como la Secretaria de Ambiente, la Alcaldía, Ecopetrol, la Corporación Autónoma de Santander, la AUNAP – Autoridad Nacional de Pesca y Acuicultura, entre otros actores.
“En este encuentro compartimos las intenciones de trabajar con la comunidad y presentamos a Fundación Natura, pues es la primera vez que estamos en este territorio haciendo presencia institucional. De esta forma, la comunidad empieza a reconocer quiénes somos, qué hacemos en el país y cuáles son nuestras pretenciones en el territorio durante el tiempo de ejecución del proyecto”, aseguró Claudia.
Llegar a la ciénaga San Silvestre, se convierte en una oportunidad de implementar un ejercicio de validación que se realizó anteriormente en el Complejo cenagoso de Zapatosa, por lo que se espera que, además de un desarrollo exitoso, también se pueda ajustar el protocolo y mejorarlo.
“Este es un documento vivo, precisamente porque van saliendo actualizaciones de capas oficiales, cartográficas, de bases de datos, de lineamientos nacionales e internacionales; entonces, es un documento que siempre se va ajustando y trabajando con nuevas cosas que van saliendo. Lo que se espera con la implementación es ponerlo a prueba y mirar cómo va respondiendo metodológicamente cada uno de los ecosistemas de humedales”, resaltó la Jefe de proyecto.
Además, se espera que sea la primera de muchas áreas naturales del país con ecosistemas de humedal del Magdalena medio y bajo, donde se pueda implementar el protocolo, llevando esta experiencia a otros espacios que compartan las mismas características ecosistémicas para aportar a esa línea base nacional de carbono que necesita el país.
“Colombia se ha propuesto incluir en sus cuantificaciones oficiales ecosistemas distintos a los boscosos. Para lograrlo es necesario contar con una línea base nacional de estos ecosistemas estratégicos. Aunque actualmente están mencionados, pero no desarrollados en la NDC ni en el BTR —los documentos oficiales que hacen las estadísticas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) —, sí se reconoce su importancia. Sin embargo, hasta ahora no se han incluido en estos lineamientos porque no existe en el país una metodología ni lineamiento oficial para estimar su contenido de carbono”, explicó Andramunio.
Resaltando que con este proceso es posible entregar al país información robusta, técnica, validada e implementada, frente a cómo están los ecosistemas estratégicos como los humedales, qué transformaciones están sufriendo, qué tasa de transformación de carbono están teniendo, cuál es su papel frente al cambio climático, si son aliados o si tienen una transformación alta que los convierte en emisores de GEI.
Colombia tiene un compromiso nacional a 2030 de reducción de GEI, frente a esto, empresas como Ecopetrol se suman a la meta, con acciones para la transformación climática y la apuesta a energías limpias, escenarios de conservación, trabajo comunitario, reconocimiento de las habilidades y los procesos locales, entre otros.
Es un aliado clave para Fundación Natura, compartiendo ese interés en transformar la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza, aportando al trabajo articulado desde los territorios y resaltando el rol de las comunidades locales en la protección y uso sostenible de los ecosistemas.
Además, la Universidad Santo Tomás es un nuevo aliado que aporta desde la academia, acompañando la implementación con experiencia, espacios de trabajo comunitario, investigación y oportunidades de mejora para las personas que están en territorio
Con esta articulación se espera sumar esfuerzos y entregar al país información técnica para el uso y conservación de ecosistemas tan importantes como los humedales, mientras se aporta a metas internacionales para la mitigación y adaptación al cambio climático, y construimos juntos un país que transforma y mejora su relación con el medio ambiente, con los ecosistemas y la biodiversidad que albergan.