Vivero de especies nativas producirá más de 380 mil individuos de bosques andinos, altoandinos y páramos, por año

El pasado 16 de mayo, se llevó a cabo la entrega oficial del vivero de especies nativas de bosques andinos, altoandinos y páramo, que se construyó en la Reserva Biológica Encenillo, ubicada en Guasca (Cundinamarca). Por ser reserva de la sociedad civil, se asegura que los procesos de restauración y conservación que se llevan a cabo, van a ser a perpetuidad.

“Escogimos esta reserva porque aquí ya existía un trabajo de investigación adelantado e importante, así que era una apuesta ganadora, porque atrae personas sensibles con el tema, investigadores y autoridades”, resaltó Luis Eduardo Valencia, Jefe gestión ambiental y social, transmisión y distribución de energía EPM.

Es decir que fuera de ser un proceso aislado, es un escalón más que fortalece los procesos de restauración ecológica que se vienen adelantando desde el 2007. “Este vivero es el más grande que hay, de especies de bosque andino y altoandino. Además está asociado a todo un centro de investigación en germinación y propagación de estas especies, de las cuales Colombia necesita conseguir mucha información, mucho conocimiento, mucha técnica, acerca de cómo se lleva a cabo la restauración de estos ecosistemas”, explicó Elsa Matilde Escobar, Directo Ejecutiva de Fundación Natura.

Este proceso hace parte de la compensación de EPM, por la construcción de la línea de transmisión eléctrica Nueva Esperanza y su objetivo principal es producir material vegetal de las especies nativas que se requieren para dicho proceso. Tal como dijo Nancy Vargas, Jefe del proyecto, “aquí se desarrollan varios procesos que tienen que ver con investigación en torno a la propagación de las especies, identificación de fuentes semilleras, un proceso juicioso de sistematización de la información, de recolección de semillas y todo el proceso de germinación y mantenimiento de esos individuos”.

Y es que uno de los mayores limitantes que existen cuando se habla de restauración ecológica, es que no se cuenta con el material nativo para llevarlo a cabo.

En el caso de la Reserva Encenillo, se propagan especies de páramo como la puya, que es importante para la dieta del oso andino, y el frailejón. Para el caso del bosque andino y altoandino están: garrocho, mortiño, robles, nogales, pino romerón, aliso, cedros, gaques, palmas, tomatillo, borrachero, algunas especies de orquídeas y algunas vedadas como helechos arborescentes.

Sin embargo, este proceso además de ser importante para la restauración de los ecosistemas antes nombrados, es fundamental para el fortalecimiento del corredor Reserva Biológica Encenillo-Parque Nacional Natural Chingaza, “un espacio de planificación en donde se lleve a cabo las acciones de restauración, conservación, sistemas productivos sostenibles, acuerdos de conservación, para consolidar un área que ayude a mantener el agua para una ciudad, cada vez más creciente, como Bogotá” aseveró Escobar.

Es por eso que posterior a esta entrega, EPM buscará conseguir más recursos para poder mantener el vivero mucho más de tres años, que es lo que dura el convenio.

Bogotá, Cundinamarca y el país, ahora cuentan con un centro que servirá para el fortalecimiento de todos los procesos de conservación y restauración que se llevan a cabo, pero además que a largo plazo nos beneficiará a todos por los servicios que estos prestan.

Un reservorio de genes y especies nativas, pero además de una biodiversidad que necesita ser cuidada para no desaparecer.

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