En el mundo existen tres problemas ambientales globales que parecen no dar tregua: el cambio climático, la degradación de los ecosistemas y la contaminación plástica; y se necesitan acciones inmediatas para mitigar o adaptarse a los impactos que pueden traer a la vida en la tierra, eso quiere decir que es necesario involucrar a todos los sectores para encontrar mecanismos de monitoreo, seguimiento y verificación, con el fin de prevenir y tomar decisiones a tiempo.
De eso se trata la ciencia ciudadana, una metodología que involucra a las comunidades en la generación de conocimiento verídico y verificable, a través de la investigación y la toma de datos. Lo que es clave, ya que son las comunidades las que están presentes en los territorios y quienes reciben los impactos directos de la variabilidad climática.
Es por eso que, hace 13 años, en los municipios de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón (Santander), previo al llenado el embalse Topocoro para la Hidroeléctrica Sogamoso, propiedad de ISAGEN, la autoridad ambiental exigió a la empresa iniciar un programa de monitoreo climático participativo con productores de cacao de la zona. Proceso implementado por Fundación Natura que, más de una década después, ha logrado dar acompañamiento profesional, fortalecimiento, generación de conocimiento y apropiación de la ciencia ciudadana para usar los datos en beneficio de sus cultivos, base de su economía y seguridad alimentaria.
“Gracias a esta alianza hemos podido gestionar información que da respuesta a la relación entre el clima y los cultivos. Hemos desarrollado e implementado una ruta metodológica para involucrar a los productores para que ellos tengan mejor información, gestionada por ellos y que puedan utilizar en sus regiones”, resaltó Clara Solano, Directora ejecutiva de Fundación Natura.
Y aunque este es el proceso más antiguo del país y, sobre todo, constante, hay otros que han ido avanzando en poner en práctica está metodología. Por eso, el pasado 2 de noviembre de 2023 se llevó a cabo el evento “Agrometeorología y ciencia ciudadana: herramientas para adaptarnos al cambio climático en la agricultura”, con el fin de fomentar el intercambio de conocimiento entre investigadores y expertos en el tema.
Uno de los resultados más importantes de la jornada fue poner sobre la mesa la importancia de las iniciativas de ciencia ciudadana en la recopilación de datos agrometeorológicos, su contribución al monitoreo y compresión de la variabilidad y el cambio climático.
Además, de lo relevante y necesaria que es la divulgación de la ciencia ciudadana y sus resultados, porque pueden ser datos clave para la toma de decisiones en un país que tiene compromisos mundiales frente a la lucha contra el cambio climático y un futuro incierto frente a la seguridad alimentaria.
“Un pequeño cambio en el clima puede impactar los sistemas agrícolas (…) por eso la información es clave, para tomar decisiones actualmente, pero también para poder tener alertas tempranas, comparar cifras a futuro y saber si las acciones han sido efectivas”, mencionó Douglas Gómez de Agrosavia.
Y añadió, “podemos construir una sociedad con mejor cultura agroclimática”. Pues “la ciencia abierta permite que todos podamos acceder a la información en tiempo real (…) Sin embargo, hace falta un mecanismo para medir el uso que se le da a esa información recolectada y si ese uso está mejorando los cultivos”, agregó Alexander Rojas, Fedearroz.
Todo este proceso investigativo comunitario tiene un rol predominante de las mujeres, quienes se encargan de diferentes tareas del hogar, incluyendo algunas en los cultivos. Por ejemplo, Helmer Guzmán de Enaldes, resalta que en su proyecto “la participación sostenida por mujeres rurales representa el 52% del total de participantes. Además, cuenta con 8 promotores comunitarios, que incluyen lideresas indígenas y campesinas”.
Tema que refuerza Andrés Rueda, jefe de proyecto de Fundación Natura, “las mujeres son las que lideran estos programas de monitoreo comunitario”. Y añade que “el éxito de este proceso a largo plazo es que la información que los monitores recojan sea útil para ellos”.
En definitiva, la ciencia ciudadana aplicada a la agrometeorología es una de las soluciones que se construyen en los territorios para enfrentar los efectos del cambio climático, pero, sobre todo, para generar estrategias de adaptación efectivas.
“El enfoque participativo permite que muchas comunidades en los territorios se vinculen a proyectos de investigación. En este caso, tenemos procesos de monitoreo climático comunitario para vincular a productores de la zona en el registro y análisis de datos meteorológicos para el uso y manejo de sus cultivos, estos datos los recopilan todos los días a través de los sensores para medir el clima con herramientas como: pluviómetro y termohidrómetro”, agregó Rueda.
La educación, el recambio generacional, la medición de esta efectividad y la articulación de estos datos con los que se generan a nivel nacional por parte del IDEAM, son tal vez algunos de los retos más importantes.
Una de las mayores fortalezas de esta estrategia es que permite la convergencia de conocimientos, reconoce esos aprendizajes que han adquirido por años los productores y encuentran en esa articulación, la clave para tener información cada vez más precisa.
“Para nosotros es muy satisfactorio estar en alianza con Fundación Natura porque nos permite cumplir con uno de los requisitos del plan de manejo ambiental, pero esa información no se queda ahí. Podríamos entregarla a la ANLA y se podría quedar en un repositorio de una autoridad ambiental, pero para nosotros lo importante es poder aportar a la ciencia, con esta base de datos estamos aportando a un conocimiento y le estamos aportando a las comunidades para que puedan conocer su clima y puedan darle un mejor manejo a los cultivos”, afirmó Claudia Lucia Álvarez Tobón, Directora ambiental de ISAGEN.
Por eso es importante construir una red de intercambio y construcción frente al monitoreo climático participativo, que permita generar sistemas de alerta temprana frente al cambio climático y su impacto en la agricultura, y, por su puesto, que estos procesos no sean ajenos a los productores, que sean ellos quienes se apropien de estos temas, quienes analicen los datos recolectados y le den uso a dicha información.