La recuperación socioecológica del Corredor de Vida del Cesar, que integra la Serranía del Perijá con la Ciénaga de Zapatosa, se ha convertido en una prioridad para Colombia en 2025, pues es una de las 13 ecorregiones identificadas en el Plan Nacional de Desarrollo.
En el marco de esta priorización, Fundación Alma y Fundación Natura se unieron técnica y administrativamente para crear el Consorcio Alma-Natura, financiado por el Fondo para la Vida. Con el objetivo de implementar acciones de restauración ecológica, bioeconomía, gobernanza territorial y monitoreo participativo, durante marzo y noviembre de 2025. Estas acciones son la continuidad de 8 años de trabajo de estas dos organizaciones en la región.
El territorio
Lo que conocemos hoy como Corredor de Vida del Cesar, ha pasado por unas transiciones territoriales con cambios socioeconómicos y ambientales. Según el artículo Conflictos sociales y violencia en el departamento del Cesar, Colombia, escrito por Omar Gutiérrez, a finales de los años 70, el auge del cultivo de algodón comenzó a declinar debido al aumento de la violencia, especialmente en las estribaciones de la Serranía del Perijá.
En los 80 se llevaba a cabo extracción ilegal de carbón a pequeña escala, pero fue en los 90 cuando inició el boom minero con la llegada de empresas multinacionales y que ha hecho parte del paisaje y la economía de la región durante estas décadas
Pero también ha tenido afectaciones en los ecosistemas presentes, especialmente en el bosque seco tropical, los humedales, los afluentes del río Cesar.
Y mientras esto ocurría en la Serranía del Perijá, la Ciénaga de Zapatosa comenzó a enfrentar las consecuencias de la sobreexplotación pesqueras, el uso de artes de pesca no reguladas y la disminución de especies como el bocachico.
De acuerdo con el documento Economía extractiva y pobreza en la Ciénaga de Zapatosa del Banco de la República, “el fenómeno de la sobreexplotación pesquera es evidente en toda la cuenca del Magdalena desde hace varias décadas. En 1973 las capturas fueron del orden de las 79 mil toneladas, en 1980 habían bajado a 65 mil y en 2006 se habían reducido a seis mil, cuando en condiciones normales las capturas podrían alcanzar unas 20.000 toneladas”.
Además, la ganadería extensiva, la deforestación y la contaminación de cuerpos de agua por desechos domésticos e industriales, alteraron la calidad del ecosistema y sus ciclos hidrológicos. A esto se sumó la violencia y el control territorial de grupos ilegales. Estos cambios afectaron la gobernanza, la gestión ambiental y debilitaron la capacidad de las comunidades para mantener el equilibrio entre el uso y la protección del ecosistema.
El proyecto
Este contexto ambiental, económico y social del territorio fue clave para la planeación del proyecto recuperación socioecológica del Corredor de Vida del Cesar: Región Ciénaga de Zapatosa-Perijá, que es implementado en los municipios de: Agustín Codazzi, Becerril, El Paso, la Jagua de Ibirico, Chiriguaná, Chimichagua (Cesar) y El Banco (Magdalena); en ecosistemas de bosques húmedos andinos en el área de influencia de la serranía del Perijá, bosques secos en las planicies y humedales asociados al Complejo Cenagoso de Zapatosa.
La intervención, que abarca siete municipios, busca construir una nueva relación entre las comunidades y su territorio, basada en el respeto por la biodiversidad, el bienestar social y la sostenibilidad económica. “Sabemos que el territorio enfrenta múltiples retos y que nuestra intervención es solo una de las muchas necesarias para contribuir a esta apuesta de país para el Corredor de Vida del Cesar”, afirmó Gustavo.
La conexión de estas dos regiones se da gracias a los ríos que descienden de la serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta hacia el río Cesar, desembocando en la ciénaga de Zapatosa, que es vital para la reproducción, crecimiento, alimentación, desove y descanso de peces que migran y que son fuente de alimento y base de la economía de algunas de las comunidades del territorio.
Con la implementación de este proyecto, el Consorcio Alma-Natura, busca sentar las bases para contribuir a la transición de corredor minero a Corredor de Vida, mediante objetivos que incluyen mejorar la gobernanza ambiental, reducir la degradación de coberturas naturales, disminuir la dependencia de las economías extractivas y fortalecer los mecanismos de monitoreo comunitario.
Sumando al territorio acciones alrededor de la restauración ecológica (600 ha), el fortalecimiento de 7 cadenas de valor de productos asociados a la biodiversidad, implementando el Plan de Salvaguardas de los conocimientos y técnicas asociados a la pesca artesanal y continuando con la consolidación de alianzas para la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas con los múltiples actores de la región.
“Buscamos recuperar lo que se ha perdido dando continuidad a alianzas ya generadas y abriendo nuevos caminos y oportunidades que, de la mano con la institucionalidad, las comunidades y otros actores del territorio, permitan cumplir los objetivos y acciones propuestas en el marco de esta iniciativa nacional”, aseguró Gustavo Segura, Jefe de proyecto de Consorcio Alma-Natura.
El Consorcio Alma-Natura representa el compromiso de la sociedad civil con la recuperación de un territorio estratégico para el país, no solo por su biodiversidad, sino también por su gente y su cultura. Es un paso firme hacia la construcción de un futuro donde el desarrollo y la conservación caminen juntos.