«Dios para todos”, en medio del paisaje bananero colombiano

En la finca “Dios para todos” los cultivos de banano son el principal paisaje: por eso no es sorpresa que se encuentre ubicada en el municipio Zona Bananera, en el departamento del Magdalena. Con 6 hectáreas, es una de las fincas insignia de la vereda Macondo, en el corregimiento Guacamayal, ya que desde los años setenta ha cosechado bananos tipo exportación.

Fabián Sierra es actualmente el cuidador y administrador de la finca que era de su padre, quien le enseñó todo lo que sabe hoy sobre la producción del banano. “Cuando tenía 10 años, solo un grupo pequeño de personas exportaban, y entre esos estaba mi papá. Yo lo ayudaba, montábamos todo en bueyes y lo llevábamos a la empacadora que quedaba como a unos dos mil metros”, recordó.

A sus 15 años, la producción bananera entró en crisis, por lo que las exportaciones disminuyeron y junto a su familia tuvieron que buscar otras fuentes de ingreso. Su madre empacaba bultos o sacos de banano y las vendía en mercados e incluso las intercambiaba por otros alimentos, porque como dijo, “no teníamos a quién ponerle la fruta y teníamos cultivos de banano, no podíamos dejar que se echaran a perder”.

Después de la escuela se dedicaba a ordeñar vacas y con sus hermanos vendían la leche.  Pese a esto, la situación no mejoraba, así que, gracias a un programa del Estado, fueron pasando de los cultivos de banano al cacao. “Hicimos lo mejor que pudimos, pero no sabíamos mucho de ese cultivo. Tiempo después se nos infectó de monilia, que es un hongo. Uno iba a cortar la mazorca para desgranarla y eso estaba duro, entonces nos quedamos de nuevo con las manos en la cabeza sin saber qué hacer”, señaló.

No terminó sus estudios por dedicarse a trabajar en otras fincas para ayudar económicamente a sus padres, ya que “en esa época sobrevivíamos, buscábamos cualquier trabajito con mis hermanos para comer y poder sobrevivir”. Con la década de los noventa llegó de nuevo el boom del banano, empezaron a cultivar nuevamente banano, pero no contaban con ningún insumo “Primero sembramos las matas, recuerdo que ya teníamos la fruta para exportar y no teníamos empacadora porque no sabíamos cómo hacerlas y tampoco teníamos dinero, nos tocó empezar a pedir prestada empacadoras a uno y al otro”.

Pasó el tiempo y, mientras sus hermanos se fueron dedicando a otras actividades, Fabián siguió firme con el cultivo de banano, a pesar de haber perdido su brazo izquierdo en un accidente. Se agrupó con la cooperativa Coobamag, con la que hasta el sol de hoy exportan banano. Tiene una esposa y cuatro hijos, los dos mayores están en la policía, la hija que sigue le colabora con el cultivo y espera que su hijo menor, que tiene 6 años, también se enamore de la finca y sus cultivos de banano.

Yo soy un enamorado del campo y de la agricultura, estoy encaminando y motivando a mi hija en este proceso, mientras crece mi hijo menor para inculcarle también ese amor por el campo. Espero que alguno de ellos sea mi relevo generacional, así como yo lo fui con mi padre”, afirmó.

Ese amor por el campo lo ha impulsado a mejorar su relación con la naturaleza lo que también le ha permitido mejorar la calidad de su producto.  “Hace 8 o 10 años empezamos a atender eso de las buenas prácticas con el medio ambiente, por ejemplo, entendimos la importancia de no aplicar herbicidas, ahora manejamos la maleza de manera manual con guadaña, también hablamos de cuidar los árboles que tenemos alrededor y yo hago siembra de árboles frutales”, acciones que se ven reflejadas en cuatro certificaciones de la cooperativa Coobamag a la que pertenece, entre las que destaca GLOBAL G.A.P y RainForest Alliance.

También ha participado en las encuestas llevadas a cabo por el Proyecto “Modelo para un paisaje sostenible” de la Red de Agricultura Sostenible y la Fundación Natura. Con ellas se espera determinar indicadores para la construcción de una herramienta digital que permita arrojar resultados sobre el estado de sostenibilidad de un paisaje o territorio, en donde predominan sistemas productivos.

Actualmente está convencido de que el mejoramiento de su finca debe incluir aspectos ambientales y para ello ahorra parte de sus ingresos. Por ejemplo, enfatiza en la necesidad de instalar un sistema de riego que abarque más partes del cultivo y que así mismo disminuya la cantidad de agua que usa en el cultivo del banano. Poco a poco ha convertido su finca en un espacio representativo de la sostenibilidad en su región.

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