El Sí como un paso hacia el desarrollo sostenible

Mima Peña, miembro de la junta directiva de la Fundación Natura, opina que apoyar el Sí, en el plebiscito para refrendar los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc, no significa una solución definitiva a los problemas nacionales. Representa una oportunidad para comenzar a enderezar el país y entregárselo a las futuras generaciones en una dirección sostenible.

BOGOTÁ, SEPTIEMBRE 21 DE 2016. El desarrollo sostenible al que estamos comprometidos los colombianos, junto con la mayoría de personas de este planeta, significa que debemos progresar de manera que se satisfagan «las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».

¿Cómo vamos a lograr que las futuras generaciones puedan satisfacer sus propias necesidades, si este país sigue en guerra? ¿Qué país les vamos a entregar? ¿Con cuáles recursos podrán satisfacer sus propias necesidades, si la violencia continúa arrasando y contaminando los recursos naturales?

Claro está que la guerra no es la única causa del deterioro ambiental, ni tampoco la firma de unos acuerdos logrará que se acabe la contaminación y la deforestación. Los acuerdos tampoco son garantía de que los cultivos ilícitos y la minería ilegal, que tanto dañan el medio ambiente, desaparezcan.

El plebiscito es apenas un paso en dirección al desarrollo sostenible. De hecho, tal vez lo único que se logrará en el corto plazo con el Sí es frenar la contaminación de suelos y ríos a causa de la voladura de oleoductos por parte de las Farc, así como erradicar las minas ‘quiebrapatas’ (solo por esto vale la pena considerar el Sí). Sin embargo, lo que realmente garantizará un verdadero desarrollo a largo plazo será lo que hagamos después de firmar los acuerdos.

Colombia tendrá que dar un giro para invertir donde toca. Deberá promover un desarrollo económico sustancioso, capaz de brindar sustento a miles de colombianos que hoy no tienen oportunidades o viven en la ilegalidad. Se deberán generar alternativas económicas y ambientalmente sostenibles. Si no se dan soluciones de fondo, los problemas regresarán, tal vez de otra forma, seguramente bajo otro nombre, pero volverán.

Por eso es fundamental crear trabajos dignos y bien remunerados, educación de calidad y seguridad en el campo y las ciudades; si no, la ilegalidad resurgirá. Uno de los cambios mas importantes será fortalecer el papel del Estado, que deberá ponerse al día con la infraestructura inexistente en tantas zonas del país. Es irónico que las zonas mas ricas en biodiversidad como la Amazonía y el Pacífico, sean a su vez las más pobres económicamente.

El modelo de desarrollo deberá buscar maneras para hacer atractiva la inversión privada, mientras se respeten los recursos naturales. En este sentido, se deberán apoyar negocios rentables que cumplan los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y los adquiridos en la COP 21 de París. La industria de producción de energía limpia, eólica y solar, no solo impulsa la economía y tiene la capacidad de generar miles de nuevos trabajos, sino que es un instrumento para combatir el cambio climático.

El Sí no significa que se van a solucionar los problemas de la noche a la mañana. El Sí representa una oportunidad para comenzar a enderezar el país para entregárselo a las futuras generaciones en una dirección sostenible.

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