El monitoreo climático participativo es una herramienta clave para la investigación, la integración de la comunidad y la apropiación de los procesos que se desarrollan en los territorios. Tal es el caso de Santander, lugar donde nace una estrategia que busca responder a las preocupaciones de la población sobre el posible impacto del embalse Topocoro en el microclima de la zona.
Para compartir este y otros procesos similares, y socializar una ruta para el diseño e implementación de estrategias de monitoreo climático comunitario e inclusivo, el proyecto Territorios verdes climáticamente inteligentes, implementado por Fondo Acción, financiado con recursos de la Unión Europea, a través del programa LAIF y la Agencia Francesa de Desarrollo; en alianza con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales – IDEAM, realizó el evento Intercambio de experiencias en Monitoreo Climático Comunitario, los días 21 y 22 de septiembre en Bogotá.
Esta jornada convocó a una variedad de expertos en charlas, paneles y espacios de intercambio de experiencias y conocimientos; así, Andrés Rueda, jefe del proyecto de Monitoreo Climático, compartió los alcances y aprendizajes que ha dejado este proceso con agricultores que se convirtieron en monitores del clima en los municipios de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón (Santander).
Los tres objetivos alrededor de esta iniciativa consisten en desarrollar una estrategia de pedagogía participativa de monitoreo comunitario del clima, construir conocimiento agrometeorológico basado en datos e implementar el manejo agronómico a través de los datos meteorológicos recolectados.
Por otro lado, Rueda destacó la importancia del enfoque de ciencia ciudadana que se ha implementado para la participación colectiva, porque “permite involucrar al público general en actividades científicas reales, aportando su conocimiento, herramientas y recursos. De esta forma, el monitoreo climático busca promover la participación ciudadana en la generación del conocimiento científico, fomentando la colaboración entre científicos y ciudadanos. La ciencia ciudadana busca democratizar la ciencia y hacerla más accesible, al tiempo que se obtienen beneficios tanto para los participantes como para la investigación científica en sí”.
El impacto que ha tenido este proyecto en la región ha permitido obtener resultados que aportan a la construcción social, a través del trabajo articulado con la comunidad para el uso de los datos recolectados. Por lo que se resaltó el manejo y la toma de decisiones sobre los sistemas productivos a partir de la recolección, análisis e interpretación de la información climática; igualmente, del empoderamiento y la motivación que esto ha generado en los agricultores y monitores del clima.
Finalmente, Andrés compartió algunas lecciones aprendidas como la importancia de brindar información transparente y acompañamiento técnico; que la edad y el nivel de escolaridad no son impedimentos para que una persona se vincule; los procesos de comunicación continua son indispensables; que es posible vincular a la familia y articular otros actores de la región; que el monitoreo debe beneficiar al monitor, ya sea en su actividad económica o en sus intereses personales; y, por último, tener en cuenta las oportunidades que brindan herramientas como talleres, grupos de WhatsApp, videos, programas radiales, notas, entre otros.
De esta forma fue posible compartir algunos de los aprendizajes que se han generado durante trece años de Monitoreo climático participativo en Santander, un trabajo liderado por aquellas familias que se han vinculado, por ISAGEN y Fundación Natura, quienes se unen a estos espacios y la elaboración de la hoja de ruta para la implementación de monitoreo climático comunitario en el país.