Fortaleciendo el Ecoturismo en comunidades caribeñas

Asociaciones comunitarias de Coveñas, Sucre y San Bernardo del Viento, en el departamento de Córdoba, se preparan para desarrollar de manera sostenible, el ecoturismo de naturaleza en esta región del Golfo de Morrosquillo.

En el marco del proyecto “Manglares, Pastos Marinos y Comunidades Locales: Desarrollo e Intercambio de Experiencias de la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus servicios en la región Caribe”-MAPCO, estas organizaciones trabajan, de la mano de Fundación Natura e Invemar, en la formulación y actualización de los planes de negocios para prestar servicios ecoturísticos, en dos (2) áreas marinas protegidas del Caribe colombiano, los Distritos Regionales de Manejo Integrado – DRMI Cispatá y DRMI La Caimanera.

Esta zona del Caribe colombiano, es un verdadero paraíso visual, las hermosas playas en Coveñas atraen año a año a miles de turistas en temporada. En San Bernardo del Viento, se pueden hacer recorridos en canoas por los caños que permiten conocer cinco (5) especies diferentes de manglares, recorrer la isla de los pájaros y la isla de los micos en la Ciénaga de La Coroza, avistar otras especies de fauna como los caimanes y disfrutar del encuentro del agua dulce de los ríos y la salada del mar.

Mediante acuerdos firmados entre la comunidad y las autoridades ambientales, el lugar es monitoreado permanentemente. Es una de las regiones en donde se encuentran los manglares mejor conservados de Colombia, un proceso que debería ser replicado en otras zonas.

La formulación e implementación de los planes de negocio, son estrategias que busca fortalecer y organizar la oferta de servicios ecoturísticos prestador por comunidades locales de mangleros, pescadores artesanales y pequeños agricultores para diversificar sus fuentes de ingresos tradicionales y ejercer el ecoturismo bajo criterios de sostenibilidad económica y ambiental.

El turismo comunitario no es solo una alternativa económica, es una actividad que si bien es cierto debe ser rentable, tiene que ser sostenible. Los lugareños tienen claro que deben evitar la deforestación, por eso buscan frecuentemente hacer limpieza de los caños, actividad que favorece la reforestación natural, regula el flujo del agua y conserva los recursos naturales, capital que heredaran a las futuras generaciones.

En la Ciénaga de La Caimanera ya se tenía un plan de negocios adelantado hace dos años producto del proyecto GEF-SAMP, para el diseño e implementación del Subsistema de Áreas Marinas Protegidas, pero como una de las lecciones aprendidas se hace necesario complementarlo para mejorar.  Dentro de las actividades se incluye fortalecer las relaciones entre las comunidades organizadas y las autoridades locales como la Alcaldía de Coveñas, la secretaría de turismo, la capitanía de puertos y  Carsucre.

En el caso del DMI Cispata, se adelanta la formulación el plan de negocios con el acompañamiento de la CVS y tres asociaciones de San Bernardo del Viento. Un ejercicio que apunta a aportar al ordenamiento turístico del territorio.

Estas asociaciones están integradas por familias de agricultores, pescadores, mangleros y mujeres campesinas, en su mayoría afrodescendientes, que a través del turismo quieren mostrar los cambios históricos y culturales en torno a la desembocadura y cauce del rio Sinú, la producción de alimentos orgánicos con compostajes libres de agroquímicos y la inclusión en la gastronomía como oferta al turista. También quieren hacer visible la experiencia comunitaria que les permitió gestionar recursos para construir el acueducto veredal, que hoy administran y cuyo buen desempeño, en invierno y verano, ha sido objeto de premios por adaptación al cambio climático.

“Con estas asociaciones, ahora es importante empezar procesos que les permitan legalizarse como empresas prestadoras de servicios turísticos”, expresó Andrea Contreras, Economista de Invemar; quien añadió que el siguiente paso es que la Dirección General Marítima – Dimar, como autoridad de navegabilidad, autorice el movimiento de los botes que trasladan a los turistas.

Otro de los retos, es fortalecer el relacionamiento y buscar la articulación con otras organizaciones. Para esto ya se han realizado algunos acercamientos con empresas privadas como Ocensa, que trabajan en el territorio y que pueden hacer inversiones sociales destinadas a mejorar la calidad de vida de las comunidades locales.

Entidades territoriales como las alcaldías, quieren potencializar este sector de la economía local y promover una imagen de municipios seguros y tranquilos, con turismo de naturaleza sostenible y experiencias comunitarias exitosas.

Legalizar el turismo, fortalecer las organizaciones, fomentar la articulación interinstitucional y que este proceso sea un ejercicio para mostrar a otras comunidades, es un reto para MAPCO, que busca mejorar la calidad de vida de las comunidades locales y promover el conocimiento y la conservación de la biodiversidad marina y costera en los ecosistemas de manglar y pastos marinos del Caribe colombiano.

Esta iniciativa cuenta con el apoyo de las Corporaciones Autónomas Regionales de los Valles del Sinú y San Jorge – CVS, Carsucre, en la zona y con otras como Corpoguajira, Coralina, la Universidad Jorge Tadeo Lozano, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados – IMEDEA, Edith Cowan University – ECU, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco, el International Oceanografphic Data and Information Exchange – IODE y el Gobierno de Flandes.

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