Para Fanny Jamioy, mujer ingana del Resguardo Niñeras, la motivación para seguir siendo líder está en enseñarle a sus hijos y a su comunidad, el valor de cuidar la naturaleza.
Fortalecer y apoyar los procesos locales e interculturales de gobernanza territorial, ha sido la apuesta principal del proyecto Amazonía 2.0, que se lleva a cabo en el municipio de Solano, al sur del departamento del Caquetá, junto a la comunidad indígena Inga del Resguardo Niñeras y la Comunidad campesina del Núcleo Mononguete.
Son 13 promotores ambientales, quienes vienen capacitándose para incidir positivamente en el bienestar social y ambiental de sus territorios, tres de ellos son indígenas y nueve campesinos.
Durante el aislamiento físico decretado a nivel nacional por la emergencia sanitaria del Covid – 19, los promotores de estas comunidades se han valido de sus conocimientos empíricos, han aplicado los aprendizajes técnicos adquiridos dentro del proyecto e implementado estrategias propias para centrarse en el propósito compartido: consolidar un Plan de Manejo Intercultural de la Microcuenca de la quebrada Niñeras, la principal fuente de agua que abastece a ambas partes.
Entre el grupo de promotores ambientales de la zona Entrerrios, como también se le conoce a esta área por ubicarse en las márgenes de los ríos Caquetá y Orteguaza, se encuentra Fanny Jael Jamioy, una lideresa ingana que hace mérito al cargo que ocupa como promotora ambiental del Resguardo Inga de Niñeras y como Coordinadora del Área de Mujeres de la Asociación de Pueblos Inganos del Caquetá, Tandachiridú. Su participación dentro del proyecto fue determinada por elección del cabildo indígena, que consideró que ella y sus otros dos compañeros, Everardo Rentería y Luis Alejandro Garcés, son personas idóneas para cumplir con la labor.
Para ella, Amazonía 2.0, desde su inicio en el 2017, “ha sido la posibilidad de tener un diálogo constructivo entre ambas comunidades, para generar acuerdos que nos permitan pervivir en el tiempo” y dar un manejo armonioso al territorio, respetando las diferencias culturales y teniendo en cuenta las necesidades, tanto de las 21 familias del resguardo que habitan la parte baja de la cuenca de la quebrada Niñeras, como de las 157 familias campesinas, agrupadas en 8 veredas, que se encuentran en la parte media y alta.
La posibilidad de vivir en tranquilidad
Según Fanny, el valor del territorio es la posibilidad de vivir tranquilamente; de tener en la chagra y el bosque su fuente de vida; de habitar con los demás y con la naturaleza. Lo cual tiene sentido al encontrar que, desde la declaración del resguardo Niñeras en 1988, esta área de 3.395 hectáreas, mantiene su bosque conservado en un 93%, resistiendo, no solo a la presencia cercana de grupos armados y a la violencia que esto trae consigo, sino también a las presiones de transformación de paisaje que las veredas aledañas han sufrido, como consecuencia de los procesos de ganadería extensiva o la implementación de cultivos de hoja de coca.
Parte de los acuerdos comunitarios que hasta el momento se han creado, tienen que ver con el cuidado y la protección del agua de la quebrada Niñeras, pues tanto campesinos como indígenas coinciden en que el agua es su bien común más preciado. “Nosotros no hacíamos nada conservando para tener agua limpia, si ellos allá seguían deforestando y contaminando”, cuenta la promotora ambiental ingana, al referirse a los cambios positivos del relacionamiento entre su comunidad y la comunidad campesina, pues además de realizar el monitoreo comunitario del territorio, se han esforzado de manera conjunta en la limpieza y restauración de los nacimientos de la quebrada, en abrirse al intercambio de conocimientos y en forjar lazos de cooperación.
Amazonía 2.0 – programa de monitoreo comunitario
Según lo expresa Fanny, esta experiencia como promotora le ha permitido potenciar su proceso de empoderamiento como lideresa y, a nivel general, junto a sus compañeros ha ampliado sus conocimientos sobre la flora, la fauna, la red hídrica presente y el clima, información clave para la toma de decisiones, la defensa y el cuidado del territorio ante factores externos que puedan afectar los ecosistemas.
Así como la tierra no deja de enseñarle lo importante que es cuidarla, ella espera seguir pasando este conocimiento a sus tres hijos, con el fin de que reconozcan su valor y el de transitar en comunidad. La promotora tiene la expectativa de seguir aplicando las herramientas y capacidades adquiridas en el proceso de articulación con la comunidad campesina, para mejorar las condiciones de la microcuenca de Niñeras.