En el sureste del país, en la región Amazonía, se encuentra el departamento de Vaupés, conocido por sus maravillas naturales, que incluyen tepuyes (formaciones rocosas desde las cuales se puede observar senderos de la selva), y diversidad de fauna silvestre icónica, como las diferentes variedades de peces de agua dulce.
Allí viven más de veintisiete pueblos indígenas que a través del conocimiento ancestral buscan cuidar su cultura y a quienes han sido protectores de la Madre Tierra desde su cosmovisión de la ley de origen. Johan Valencia del pueblo Kubeo (Pamiva) del clan Pĩĕdokā-Jĕjĕnaqū, es uno de los líderes indígenas, ambientales y sociales de la región, el hace parte del grupo de investigadores locales del Proyecto del Fortalecimiento de la Gobernanza de los Macro territorios de los Pueblos Indígenas del Nororiente Amazónico, el cual tiene como eje central aportar a la construcción de la paz desde la concepción de buen vivir de las comunidades amazónicas. Iniciativa financiada por la Fundación Interamericana (IAF) y ejecutada por Fundación Gaia Amazonas y Fundación Natura.
En su día a día Johan trabaja en pro de las comunidades impulsando el fortalecimiento de las prácticas tradicionales: “Nosotros, de acuerdo a las constelaciones, hacemos los tipos de chagra, una de esa es: para un rastrojo lo hacemos entre julio a septiembre (pamurumu), y lo que es el monte bravo, que es cuando la vegetación puede tener hasta tres metros de altura, lo hacemos desde finales de octubre hasta enero”.
La chagra, que dura entre uno y cinco años, es una práctica autóctona a través de la cual las comunidades indígenas cultivan sus propios alimentos y sus plantas medicinales, sin deforestar; es un espacio sagrado, según cuenta Johan: “Para hacer la chagra tenemos una serie de pautas. Digamos que tenemos que seleccionar primero el terreno y hacer una delimitación de dónde vamos a trabajar, para luego pedir al creador permiso para que haya una buena productividad en ese sector seleccionado”.
Esta práctica, a su vez, permite transmitir saberes y tradiciones a niños, niñas y jóvenes, para que aprendan cómo y en qué época del año se siembra, qué productos son apropiados para cada tierra, cuáles pueden tardar un poco más y qué usos se les pueden dar. Para Johan, esto es muy importante porque, así como él aprendió de sus Mayores, las próximas generaciones también deben hacerlo. Sólo así se podrá conservar la biodiversidad que tiene el territorio.
Es por eso que, a sus 35 años le está enseñando a sus tres hijos el valor de vivir en armonía con la naturaleza al igual que su compañera de vida, Leidy Londoño. “La madre enseña a las hijas. Ella se encarga, por ejemplo, de todo el proceso de la transformación de la yuca. Ella le va diciendo a la hija – depende de la edad – cómo se trabaja y cuáles son los diferentes procesos para tener la comida en la casa. Son las dueñas de la comida, de la soberanía alimentaria familiar”, dice Johan.
Si bien el conocimiento nativo es esencial para las poblaciones indígenas, para ellas también es importante recibir capacitación y educación complementaria que fortalezca su modo de vivir. Johan, por ejemplo, es tecnólogo en formulación de proyectos del SENA. Así ha logrado tener cargos relevantes de liderazgo en su comunidad tales como: secretario, vicecapitán, capitán (autoridad tradicional) de la comunidad y secretario de juventud; hoy en día acompaña a la Asociación de autoridades tradicionales Pamijabova del río Cuduyari para un Gobierno propio – ASOUDIC como coordinador del proyecto REDD+ de los pueblos indígenas del Vaupés Yutucu y otros.
De hecho, uno de los grandes sueños de Johan es poder homologar su tecnólogo para ser profesional. Sin embargo, las oportunidades son escasas tanto para estudiar como para trabajar; por lo que, iniciativas y proyectos como el de IAF, GAIA Amazonas y Fundación Natura, resultan clave para el fortalecimiento de conocimientos, gobernanza territorial y conservación del territorio y de los saberes que guardan las comunidades.
Para Johan resulta importante que las entidades no solo hagan presencia en el territorio, sino que también entiendan las necesidades de la población y los incluya en las decisiones que se toman:
“Es que aquí en el municipio, en el departamento, los proyectos o los programas que se traen son como copias de otros departamentos, no son de la región amazónica, sino de la Orinoquia o de la parte Andina, o digamos de la parte alta, de la costa. Entonces, ellos quieren implementar proyectos para otros estilos de vida, cuando la forma de vivir aquí en el departamento del Vaupés es muy diferente. Lo ideal sería que se llegue a una concertación con las comunidades sobre cómo se puede trabajar de una manera ordenada y armónica porque es muy difícil implementar de afuera hacia adentro cuando debería ser de adentro hacia afuera”.
Por eso es vital que los diferentes entes de control y actores clave en los territorios presten atención al llamado que hacen los pueblos indígenas. Así pueden construirse puentes entre los diferentes saberes y conocimientos para que esos esfuerzos en conjunto se traduzcan en la conservación de la selva, y el buen vivir de las comunidades actuales y futuras.
¡Juntos construimos paz!
Por: Lorena González Linares