La Reserva Biológica Encenillo es un área protegida privada de la sociedad civil, ubicada en Guasca, Cundinamarca.
El creciente interés de las personas en todo el mundo por proteger los recursos naturales, que más que una moda ha resultado ser una toma de conciencia por parte de todos, ha provocado que sean cada vez más, quienes prefieren las opciones de descanso diferentes, que además resultan en un menor impacto sobre el medio ambiente.
Hoy, son más las personas que aprecian todo lo que las rodea y entienden la importancia de cuidarlo, para así mitigar las alteraciones que están generando el agotamiento de recursos naturales, vitales para la supervivencia del hombre y otros seres.
Colombia, uno de los países más biodiversos del mundo, esté en el blanco de viajeros propios y extranjeros, para realizar ecoturismo y senderismo, una forma de disfrutar de esa riqueza natural.
En el territorio nacional hay más de 3 mil especies de mariposas, la mayor diversidad de aves, con el 20% del total de especies del planeta; costas en el Pacífico y el Caribe, la más grande extensión de páramos del planeta, entre muchas otras características que lo hacen único e inigualable.
Gracias a su ubicación geográfica, el país goza de hermosos paisajes, variados ecosistemas y reservas naturales como Encenillo, en Guasca (Cundinamarca), que funcionan como hábitat de especies de fauna y flora única, que deben ser conservadas y protegidas para seguir disfrutándolas por muchas generaciones.
Reserva Biológica Encenillo
Esta reserva se constituyó en el 2007, en lo que fue, hasta 1992, una mina explotadora y transformadora de roca caliza. Nació con el propósito de conservar a perpetuidad el bosque alto-andino que allí se encuentra, además de animales y plantas presentes en él, en particular algunas especies de aves y flores únicas en el país y el mundo.
El proyecto se hizo realidad gracias a la donación de los predios a Fundación Natura, propiedad de los hermanos Hendrik y Marianne Hoeck. Su extensión inicial fue de 195 hectáreas, sin embargo, gracias al obsequio de esta familia, actualmente cuenta con 206 hectáreas.
Su rango altitudinal está entre los 2.800 y los 3.200 metros sobre el nivel del mar, la temperatura media anual es de 12 grados centígrados y la precipitación media de 1.300 milímetros al año.
La importancia de la Reserva Encenillo radica en que allí se encuentran relictos naturales de bosque alto-andino de encenillo, conocidos científicamente como Weinmannia tomentosa, nativos de la Cordillera Oriental colombiana.
Otras especies vegetales típicas de este ecosistema son: las orquídeas, bromelias y briófitas. Además, el área es un refugio para la fauna representada en mamíferos como: coatíes, armadillos, zorros de páramo y numerosas especies de aves residentes y migratorias.
Dentro de sus múltiples atractivos figura, además, el horno usado años atrás para el procesamiento de roca caliza y transformarla en cal viva. También, se encuentran varias edificaciones construidas por la familia Hoeck hace más de 80 años, como la que en la actualidad funciona como Centro de Visitantes y Sede Administrativa de la reserva.
¿Cómo llegar?
Ubicada a aproximadamente una hora de Bogotá, en la vereda La Trinidad, la Reserva Biológica Encenillo es considerada un lugar ideal para que todos logren una conexión única con la naturaleza.
En transporte particular se va por la carretera Bogotá-La Calera-Sopó y se toma la vía a Guasca; a 200 metros de esta desviación, en el sitio El Salitre, se desvía por la ruta hacia la vereda La Trinidad. Aproximadamente a cinco kilómetros de esta desviación se encuentra la Reserva Biológica Encenillo.
En transporte público, desde Bogotá, solo se debe tomar un bus en la Calle 72 con Carrera 13 con destino a Guasca, hasta el paradero El Salitre, desde el cual deberá caminar por cinco kilómetros.
Por su cercanía a la capital y su imponente belleza, la Fundación Natura lo invita a salir de la rutina para vivir una experiencia única. Por medio de una caminata, tendrá la oportunidad de contemplar la fauna y flora que ofrece, además de plantar un árbol y unirse a este movimiento que da vida.