Hernando Mahecha, geólogo de la Fundación Natura, relata detalles de su encuentro con un cachorro de esta especie cuando caminaba muy cerca de las lagunas de Siecha, en el parque Chingaza. Una mezcla de emoción, esperanza y milagro.
BOGOTÁ, 29 DE AGOSTO DEL 2016. Ver un oso de anteojos en vida silvestre no es un hecho usual. Es normal que quienes se dedican por años a estudiar a este mamífero, a seguirle los pasos y a lo mejor sueñan con toparse de frente con uno, nunca hayan gozado ni un segundo de ese privilegio.
Pero hace unos días, el geólogo de la Fundación Natura Hernando Mahecha, no sólo vio a un oso a la distancia, también lo tuvo a centímetros, como si este ejemplar, de un momento a otro, se hubiera transformado por unos segundos en su mascota de toda la vida. Aprovechó para grabarlo en video, imágenes que causaron un impacto excepcional en las redes sociales, especialmente en Twitter.
“Iba con un amigo; habíamos pasado por la segunda laguna de Siecha y alcanzamos a observar al oso muy lejos, en medio de unos frailejones. Esta zona es una de las más bonitas del páramo y por eso allí hay una valla de Parques Nacionales que da información al visitante sobre el lugar. Aprovechamos ese aviso y un par de columnas de cemento que lo sostienen para resguardarnos y allí nos quedamos mirándolo”, relata.
Eran las cinco de la tarde. Mahecha y su colega estaban bajando la montaña, luego de hacer trabajos sobre las formaciones rocosas de la zona, dentro de un proyecto que busca formular planes de compensación por pérdida de biodiversidad por la construcción del proyecto eléctrico ‘Nueva Esperanza’, de EPM, que lidera la Fundación Natura y en el que también participa Parques Nacionales Naturales.
“A veces pienso que el oso fue quien me avistó”, dice Mahecha. Lo cuenta en broma, pero la frase adquiere algo de sentido cuando relata que a pesar de que estaba muy lejos, poco a poco, el animal comenzó a caminar muy lentamente hasta donde él estaba.
“No hicimos ruido, sólo se oía el viento. Y el oso, despacio, caminó hacia la valla. A veces parecía devolverse, luego avanzaba de nuevo, retrocedía, se quedaba quieto, olía las plantas, estaba indeciso. De un momento a otro se decidió, se nos acercó mucho, diría que demasiado, nos olfateó, se quedó unos segundo mirándonos erguido sobre sus patas traseras y luego recuperó su posición y se internó en el bosque”. Ver video
Todo ocurrió en seis minutos. “Cuando ya estábamos de vuelta yo no creía lo que había pasado, no sabía qué decir. Miraba a mi amigo y se le notaba la felicidad, la emoción por haber sentido algo mágico, sólo le dábamos las gracias a ese animal tan hermoso por darnos semejante regalo. Minutos después, más tranquilo, miré mi celular y ahí estaba toda la escena, pero de la emoción yo sólo me acuerdo de haber sacado el teléfono de una bolsa, de tomar algunas fotos, pero nunca de haberlo puesto a grabar”.
Mahecha cuenta que cada vez que tiene jornadas de trabajo en el páramo siempre lleva una lata de atún. Eso pudo haber sido lo que atrajo al oso. “Sé que tienen un olfato muy potente”. También influyó, dice especulando, que era un cachorro y eso lo hizo más propenso a explorar y a ser menos prevenido frente a la presencia de los humanos. Los osos adultos ya saben lo peligroso que puede resultar estar muy cerca de una o varias personas y por eso suelen huir cuando son ellos los que detectan la presencia de un ejemplar de la especie ‘homo sapiens’.
Este encuentro, además de extraordinario, también podría estar enviando dos mensajes, de alguna forma contradictorios. No es el primer reporte de un avistamiento de un oso andino en Chingaza en los últimos meses, verlos se está volviendo frecuente entre biólogos y campesinos. Entonces, o sus poblaciones se han recuperado en esta área protegida, debido a los proyectos de protección y uso sostenible de los recursos, o siguen perdiendo hábitat, hecho que los obliga a moverse a sitios inusuales.
Se sabe que la invasión de sus territorios por desconocidos para sacar madera o introducir cultivos ha hecho que el mamífero tenga menos espacio para vivir y se atreva a hacer recorridos más extenuantes en su afán por alimentarse. Es en esos momentos cuando se choca con fincas y los labriegos se alertan.
Mahecha no entra en esta discusión, porque su vida gira en torno al análisis de las formaciones rocosas, los fósiles, el suelo, las cordilleras. Aunque reconoce que no es raro que estas cosas le pasen. ““Hace un tiempo estuve en el Huila, en otro proyecto de compensación de la Fundación y también encontré un ave que no suele tener contacto con humanos porque la cazan muchísimo, se llama la lora real, muy típica de la región”, explica.
Hoy se siente afortunado por haber estado muy cerca de un animal salvaje, pero celebra aún más las felicitaciones de los usuarios en las redes sociales. Porque muchos de esos internautas, gracias a su video, a lo mejor vieron por primera vez a un oso o se enteraron de que muchos de ellos viven muy cerca de la ciudad. Otros habrán ratificado su admiración por la especie e incluso recuperaron la esperanza por su supervivencia. O simplemente confirmaron que los milagros sí existen.