Campesinos de Betulia, Zapatoca, Girón y San Vicente de Chucurí conocieron la información que ha dejado la investigación hasta el año 2016. Se realizaron 11 talleres, liderados por los equipos de trabajo de Fundación Natura e ISAGEN.
SAN VICENTE DE CHUCURÍ, MAYO 8 DEL 2017. Los estudios de monitoreo climático y agronómico que Fundación Natura e Isagén están desarrollando en Santander, para identificar si la presencia del embalse de Topocoro ha generado cambios en el clima y los cultivos de la región, acaban de ser compartidos con la comunidad a través de 11 talleres en los que participaron campesinos de Betulia, Zapatoca, Girón y San Vicente de Chucurí.
Esta estrategia de talleres, que se viene ejecutando desde el 17 de abril de este año, ha sido planteada partiendo de la necesidad primaria de responder a las comunidades sus inquietudes por los posibles cambios que pueda generar el espejo de agua.
Y tiene un fin estricto: socializar y hacer partícipe a las personas de los avances y resultados del proceso de monitoreo. Y precisamente sobre este tema, Andrés Rueda, de Fundación Natura y director del proyecto, explica que en la parte agronómica se ha detectado que los niveles de producción se han mantenido en todos los años del monitoreo, y los porcentajes de enfermedades también.
Por su parte, en lo que tiene que ver con el clima, se ha concluido que los fenómenos de ‘El Niño’ y ‘La Niña’ han tenido una injerencia fuerte en la zona de estudio y que condiciona el comportamiento del clima de esta zona. «Sin embargo, los periodos de precipitaciones así como las épocas secas se han mantenido constantes durante el proceso de monitoreo», agrega Rueda.
Se aclaran fenómenos complejos
Los talleres tuvieron dos momentos: uno didáctico del monitoreo agronómico, que se desarrolló en parcelas de cacao, café y tabaco para que los campesinos pudieran entender los procesos fenológico y fitopatológico que se realizan desde el proyecto. Y otro que destacó la aplicabilidad de esos conocimientos en las rutinas culturales diarias para la creación de capacidad local.
La orientación de esta metodología ha arrojado resultados positivos hasta la fecha, según lo explica Jorge Mario Ríos, profesional ambiental de la empresa ISAGÉN, quien aseguró que las prácticas participativas en doble vía permiten que la comunidad se vaya capacitando, formando y entienda cómo es el comportamiento de las variables y sus relaciones con los cultivos.
Como segundo momento, y a través del informe a 2016 entregado en formato cartilla, el personal profesional de la Fundación Natura pudo contextualizar a los participantes de los fenómenos de variabilidad climática y como estos han logrado incidir en el microclima de la región.
Los talleres serán anuales
«Hemos despejado bastantes dudas respecto a la parte climática, pues las personas tenían conceptos acertados y algunos no tanto; algunos fenómenos, tanto físicos como meteorológicos a nivel local, han quedado más claros», explica Carlos Pinzón, meteorólogo del proyecto de monitoreo, quien además realizó un llamado a la comunidad para que corrobore la información climática a través de la autoridad nacional, en este caso el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM).
«Es una información muy completa, yo era uno de los que decía que después del llenado del embalse estas tierras no iban a quedar sirviendo para cacao, nuestro cultivo principal, pero uno se da cuenta que sigue normal; sabemos que hay fenómenos naturales, pero que estos ocurren en todas partes¨, explicó Gilberto Urrea, uno de los labriegos participantes en los talleres.
El monitorero climático y agronómico en Santander, debido a la presencia del embalse Topocoro, es una investigación que continuará hasta diciembre del año 2019. Y dentro de ese lapso, los talleres seguirán dictándose anualmente para que la comunidad pueda ampliar y consolidar sus conocimientos sobre el proyecto.