El páramo es un ecosistema neotropical con una altura que puede estar por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar y uno de los servicios ecosistémicos que presta está relacionado con el abastecimiento y acceso al recurso hídrico, debido a que permiten la captación y almacenamiento de agua.
Este ecosistema, esencial para la vida, se ha visto afectado por diferentes actividades humanas como la expansión de la frontera agrícola, presión por los sistemas de ganadería, explotación minera, entre otras.
Con el fin de mitigar los impactos causados, se ha buscado implementar procesos de restauración que involucran a personas de la comunidad interesadas en la protección del ambiente y la conservación de los recursos. Este es el caso de Wilmer Emilio Gutiérrez Morales, un guardián del páramo y el guardabosque del predio Santa Rosa ubicado en Sibaté (Cundinamarca), adquirido por EPM para que Fundación Natura implemente técnicamente las Compensaciones ambientales de la línea de transmisión eléctrica Nueva Esperanza.
Wilmer creció en compañía de sus abuelos y tíos en la vereda Aguas Claras, en el municipio de Sibaté. Menciona que la tranquilidad del campo, la ausencia de ruido de la ciudad y los paisajes deslumbrantes acompañados de fauna y flora, hicieron que sus abuelos, Gerardo Morales y Ana Delina Rodríguez, se quedaran en Sibaté, formaran un hogar y vieran crecer a su familia en su finca.
En el campo se dedicaban a la agricultura y tenían unas vacas para la producción de leche. Todos los procesos productivos que desarrollaban en la finca iban acompañados de un amor profundo y un cuidado constante por la naturaleza y las fuentes hídricas.
Ana Delina y Gerardo acompañaron a Wilmer en su crecimiento. Los considera sus padres, pues vivieron juntos, le enseñaron a sembrar, cosechar, ordeñar, cuidar los animales y mantener una relación de armonía con el páramo.
“Ellos conocen mucho de las plantas y de la fauna que habita en la zona, por ende, yo también aprendí un poco de todo lo que me enseñó mi familia. De niño, recuerdo apoyar a mi abuelito y a algunos tíos con la producción de papa y fresa en la finca. Me gustaba mucho cosechar papa y ordeñar vacas, de hecho, todavía lo hago”, afirmó Wilmer.
Aunque su abuelo ya no esté, lo sigue recordando con cariño, aprecio y admiración. Él le enseñó todo lo que sabe del campo y le inculcó un amor por la naturaleza que hoy en día mantiene y por el cual, se encuentra trabajando como guardabosques.
Desde 2017, Wilmer está vinculado al convenio entre EPM y Fundación Natura, para implementar las Compensaciones ambientales de la línea eléctrica Nueva Esperanza, que se desarrollan en el departamento de Cundinamarca, en los municipios de Guasca, Guatavita, Bojacá y Sibaté, en ecosistemas de páramo y bosque altoandino.
Wilmer trabaja en el predio Santa Rosa ubicado en su municipio natal, donde se desarrollan procesos de restauración ecológica de alta montaña, “el proceso es complejo porque existen muchas presiones bióticas y antrópicas. Los vientos fuertes, las heladas agrestes y la presencia de curíes ponen a los procesos de restauración en permanente riesgo; además, la presión de la frontera agrícola en el páramo es una amenaza para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos presentes en la zona”, aseguró Oriana Serrano, Jefe del proyecto.
Él y sus compañeros han tenido que enfrentar cambios de clima con temperaturas que afectan algunas especies que no se adaptan muy bien o son muy sensibles. Sin embargo, estos cinco años de experiencia le han dejado aprendizajes como “conocimientos sobre la propagación de especies, la restauración ecológica y valorar el proceso de crecimiento de una semilla a una planta”, agregó.
Además, resalta la tranquilidad que siente de trabajar en el páramo, en el lugar que lo ha acogido toda su vida; de realizar labores al aire libre en medio de un lugar que transmite paz, que está alejado del ruido y tan cercano a uno de los aspectos que mueven su vida: el ambiente.
“Con el paso del tiempo, el páramo se ha degradado un poco en algunas fincas, ya que las actividades agrícolas y pecuarias que se realizan en el sector han contribuido a esto, pero, precisamente, las acciones que realiza el proyecto o la Alcaldía Municipal en la vereda, han contribuido con la restauración, la protección y el cuidado del páramo que se ha evidenciado en el aumento de plantas, el avistamiento de más fauna y más agua”.
Este ecosistema no es lo único que le apasiona. Wilmer es estudiante de último semestre de administración de Empresas y espera graduarse en marzo de 2023 para, posteriormente, seguir estudiando y trabajando por encontrar la relación y equilibrio entre la administración y la naturaleza.
Resaltamos el aporte que hacen personas como Wilmer en los procesos de restauración que desarrolla el convenio entre EPM y Fundación Natura. Trabajar con personas de los territorios, que conocen perfectamente los ecosistemas que los rodean, que saben las necesidades que tienen las zonas y las historias de las comunidades que habitan allí, permiten el intercambio permanente de saberes y asegura la sostenibilidad de las accione ecológicas y sociales.