Desde finales de 2019, La Fundación Natura, en conjunto con la Red de Agricultura Sostenible (RAS), viene desarrollado el proyecto Sostenibilidad social y ecológica en paisajes productivos; cuyo objetivo principal es generar una herramienta que permita medir la sostenibilidad del paisaje en áreas que cuentan con sistemas productivos de banano y palma de aceite.
“La sostenibilidad de un paisaje se asocia con el equilibrio entre los diferentes componentes que lo construyen; es por eso que la identificación del estado en que se encuentran dichos componentes en un territorio, se convierte en una oportunidad de mejora para los ecosistemas, el bienestar de las comunidades allí asentadas, las prácticas de manejo de las actividades productivas y las formas de uso de los recursos naturales por parte de los diferentes actores”, afirmó Leiber Peñaloza, jefe de proyecto.
Esto se logra a través del tiempo si se crean espacios de discusión que traigan consigo iniciativas colectivas para fortalecer la gobernanza en el territorio. Es por eso que el equipo del proyecto se planteó dos retos importantes en este 2021: el primero de ellos consiste en articular dinámicas sociales para seleccionar los indicadores con que se medirá la sostenibilidad del paisaje y el segundo es concertar iniciativas para orientar la ruta hacia los paisajes sostenibles en el territorio.
“Estas iniciativas pueden ir desde la discusión para validar los indicadores hasta la consolidación de un pacto para realizar algunas de las acciones consideradas importantes por la mayoría de los actores, sean ambientales, sociales o de ajustar algunas prácticas en el manejo de los sistemas productivos”, concluyó Leiber Peñaloza.
Siendo así, la sostenibilidad podría ser vista como un ejercicio colectivo en el que se suman acciones de responsabilidad ambiental, social y de manejo de los sistemas productivos, a través de los aportes que haga cada actor según sus intereses o compromisos misionales. A manera de ejemplo, algunos propietarios de fincas se pueden centrar en la producción optimizando el uso del agua y reduciendo emisiones por fertilización; desde una perspectiva ambiental, el énfasis puede ser identificar acciones que aporten a la resiliencia de los ecosistemas y recuperar sus funciones o para los sectores sociales, podría llegar a relacionarse con la generación de empleo, mejorar la calidad de vida, sortear aspectos laborales y de seguridad social.
Uno de los primeros resultados ha sido la identificación de las coberturas del área en estudio, un trabajo que “definió dos ventanas de análisis, la cuales suman 14.501,2 ha, equivalentes al 32,4% del municipio. Algunas de las coberturas existentes en estas ventanas se distribuyen así: 39,5 % son cultivos de banano; 31,4 %, cultivos de palma de aceite; 12,15 %, pastos; 5,21 %, áreas naturales y seminaturales, y hay un 1,24 % en otros cultivos”, comentó Leiber.
Adicionalmente, el equipo identificó alrededor de 3000 variables que incluyen temas ambientales, sociales, económicos y de gobernanza, para realizar una primera prueba de medición de sostenibilidad del paisaje. Esta prueba se realizó a través de 210 entrevistas a diversos actores: trabajadores, propietarios de fincas y miembros de cooperativas de banano, fundaciones de banano, juntas de acción comunal, distritos de riego, acueductos, pistas aéreas para fumigación, empresas de servicios públicos, ONG ambientales, Defensa Civil, funcionarios de la alcaldía y la Corporación Autónoma Regional del Magdalena, Corpamag.
Para robustecer la construcción de los indicadores, se considera fundamental la creación de alianzas con entidades privadas, públicas y comunitarias, con el objetivo de articularse y facilitar su posterior apropiación.
Una vez consolidados los indicadores con los diferentes actores, el paso a seguir es plasmarlos en una herramienta digital para capturar información y arrojar un resultado al cual pueda acceder cualquier actor interesado en conocer el estado de sostenibilidad de un paisaje o territorio.
Finalmente, sobresale otro reto ligado a la comunicación en medio de las restricciones por la pandemia. Pues si bien la región no se vio afectada en la continuidad de la actividad productiva agropecuaria, ha sido necesario buscar espacios y canales de comunicación que se pueden ver afectados por la baja cobertura y deficiente calidad de redes de conectividad.
Siendo así, el proyecto le dará paso a los encuentros presenciales con diferentes actores del territorio, quienes por medio de reuniones con grupos pequeños socializarán los resultados del primer bosquejo de indicadores y variables.