La Fundación Natura cuenta con un órgano directivo de consejeros que, para nuestro orgullo, son mujeres y hombres pioneros de la conservación y la gestión ambiental de Colombia. Sus aportes, siempre a la vanguardia del pensamiento sobre el desarrollo sostenible, han impulsado de manera estratégica las acciones de la institución. Margarita Marino de Botero forma parte de este consejo directivo. Ella ha tenido un papel preponderante en el propósito de orientar el cambio de trayectoria de los sistemas socioecológicos de nuestro país y del planeta.
En el presente informe de gestión queremos resaltar la obra de Margarita Marino de Botero, miembro honorario de nuestra organización desde 2012. Ella, con sus opiniones, críticas y visionario apoyo, ha realizado un aporte invaluable a la historia de la Fundación Natura.
Margarita hace parte de un grupo de cerca de veinte personas que en 1973 empezó a construir el pensamiento ambiental para Colombia y ha seguido haciéndolo desde entonces. Este equipo basó sus revolucionarios conceptos en documentos y circunstancias que proponían cambiar o interrumpir la ruta que traía el planeta. En 1987 la Comisión de Brundtland, en su informe Nuestro Futuro Común, usó estos mismos conceptos como norte para consolidar la definición de “desarrollo sostenible”. Estas dos situaciones se conjugaron en la vida de Margarita: la oportunidad de participar en este evento icónico del ambientalismo global, y su visión y deseo de aportar a la propuesta de cambio de rumbo que requería el planeta en ese momento.
Desde entonces, mediante su destacada trayectoria a nivel nacional y mundial, ella ha realizado importantes contribuciones al ambientalismo. Sin embargo, en este escrito me quiero enfocar en las acciones de Margarita que revolucionaron la historia ambiental de nuestro país. Para eso, acudí a la lectura del Cuaderno Verde No. 12 del Colegio Verde de Villa de Leyva; esta institución es, por lo demás, una de las obras más importantes de Margarita. En ese documento se recopila la trayectoria de esa corporación entre 1986-2007, y allí, en medio de los relatos de respetados ambientalistas, encontré la semblanza que buscaba acerca de ella. Con los escritos de algunos de los autores, plasmo a continuación un corto resumen de su extraordinaria historia y de su contribución al país.
Alfonso Avellaneda cuenta que “Por los mediados de la década de 1980 el INDERENA, bajo la dirección de Margarita Marino de Botero, pasó de ser un instituto ocupado del cuidado, manejo y protección de los bosques y la vida silvestre a introducir dentro de su gestión el control de los factores de deterioro ambiental y la evaluación de impacto ambiental, según lo ordenado una década anterior por el Código Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Medio Ambiente”(p. 62) . Esto generó, según se sabe, reacciones negativas por parte de los sectores productivos, pues al establecer estos cambios se iniciaba una nueva historia relacionada con la gestión ambiental en Colombia, así como con la vigilancia y el control, y procesos de consulta y participación social frente a proyectos de desarrollo.
David Humberto Ojeda relata: “Una mañana del mes de Agosto (sic) de 1985 entre en la oficina de la Dirección General del INDERENA, y mi primera impresión fue ver un escenario de trabajo en grupo de su Directora Margarita Marino de Botero y su equipo de colaboradores. A los cinco minutos ya formaba parte de él y recogí de la práctica, la primera experiencia: el trabajo ambientalista debe ser en grupos interdisciplinarios, donde cada disciplina es responsable de su temática. La segunda experiencia fue producto de la responsabilidad que se me asignó, de dirigir la División de Cuencas Hidrográficas, el componente de investigación y posteriormente la jefatura de la dirección, poniéndome al frente del primer proyecto ambiental cofinanciado con fuentes del Banco Mundial para la cuenca alta del Río Magdalena PROCAM, en la búsqueda de conocimientos en ordenamiento y manejo de cuencas andinas” . Esto, que lo expresa Orlano Fals Borda como “organizarse para defender la vida y la cultura propias, así como lo que nos queda de los recursos naturales” (p.37) , es la idea que construyó Margarita con el nacimiento del Colegio Verde de Villa de Leyva.
Margarita Flórez comenta que en el marco del Colegio Verde de Villa de Leyva “se prepararon reuniones en torno a la Conferencia de Río 92, a la vez que se discutieron las agendas ambientales locales. Fue uno de los foros donde se reclamó una mayor jerarquía para lo ambiental dentro del organigrama del estado colombiano, y de igual manera, se dedicó a interesar a las comunidades campesinas de la región en asuntos de manejo del medio ambiente. No hubo espacio al cual no llegara, ni tema que le fuera extraño ni ajeno, al interés del Colegio Verde” (p.40) .
Según Inés Reichel, “Mucho antes de que existiera la Ley 99 de 1993 del Medio Ambiente y se creara el Ministerio del Medio Ambiente, el Colegio Verde impulsó la gestión y la acción ambiental en todos sus componentes, sobre todo en sectores y temas poco conocidos en su momento, como son las tecnologías sostenibles, las Agendas locales ambientales, los mercados verdes y la producción limpia” (p.53).
Thomas van der Hammen dice que “No hay duda que falta todavía mucha concientización y educación ambiental en todos los niveles de la población y de las escuelas y colegios, ya que de los niños de ahora depende el futuro. Uno de los mejores ejemplos de educación ambiental ha sido, sin duda, la gran obra de Margarita Marino de Botero, el Colegio Verde de Villa de Leyva. Obras como esta crean esperanza para el futuro” (p.42).
Imelda Gutiérrez expresa que Margarita, “como Gerente del INDERENA (1.983-1.986) bajo el lema: «Mil Alcaldes Siembran Futuro», movilizó a las autoridades municipales para organizar en cada municipio un «Consejo Verde» que cohesionara autoridades y comunidad en torno a la protección y restauración del ambiente de la respectiva localidad…” (p.68).
Estas cortas descripciones reflejan lo visionaria que ha sido Margarita a lo largo de cinco décadas de trabajo profundo y dedicado a Colombia, con sus contribuciones a las bases del ambientalismo actual, la integralidad de sus propuestas, la llamada a trabajar en las diferentes escalas de toma de decisiones, la visión de territorios y su comprensión compleja de la relación entre lo natural y lo productivo, por resaltar algunas de sus joyas.
La Fundación Natura valora esta productiva historia de propuestas y acciones de Margarita, trayectoria que hemos canalizado para generar debate, crecimiento, innovación, experiencia y conocimientos dentro de la institución. Margarita nos ha acompañado con sus ideas desde el origen de la fundación y ha enriquecido nuestra historia durante casi diez años como miembro honorario. Esperamos, frente a los retos de hoy y del futuro que tenemos como sociedad y como institución, seguir contando con su capacidad para afrontar los cambios y las crisis que la naturaleza ya expresa y frente a los cuales pide transformación.