El programa Acuerdos Recíprocos por el Agua (ARA), de Fundación Natura, vincula a campesinos para que protejan los recursos naturales. La idea es resguardar 470 hectáreas que están cerca de las fuentes hídricas que surten zonas urbanas.
Por: Bibiana Díaz/ Jefe del proyecto ‘Acuerdos Recíprocos por el Agua’
ZAPATOCA (SANTANDER), NOVIEMBRE 2 DE 2016. Oliva Lozano, habitante de Zapatoca (Santander), siempre había confiado en la ganadería tradicional para salir adelante económicamente y sostener su hogar. Era lo que conocía, la forma como se había trabajado históricamente en la vereda Piedra Blanca del municipio, donde está situado su terreno.
Hasta que llegó allí, a su tierra, el programa Acuerdos Recíprocos por el Agua (ARA), de Fundación Natura, una iniciativa que ha cambiado sus condiciones de vida e incluso el paisaje de su finca.
Este es un proyecto que vincula a propietarios de predios, como Oliva, en la conservación de bosques, para mejorar los servicios ecosistémicos que proveen y, en particular, en la protección del recurso hídrico que abastece con agua potable las fincas, y también las zonas urbanas, no solo de Zapatoca sino de Betulia, municipio vecino.
Un año después de haber firmado este acuerdo de conservación, Oliva celebra que los incentivos que ha recibido le han permitido transformar su sistema ganadero.
Ella, su esposo y sus cuatro hijos recibieron asistencia técnica, insumos y materiales para reconvertir el sistema de ganadería tradicional hacia un modelo silvopastoril bovino, en el cual aplican la estrategia semiestabulada, en la cual el ganado alterna en el corral y en las praderas, haciendo un aprovechamiento eficiente de los espacios del predio.
Esto incluye un banco de proteínas que proporciona una mejor nutrición a los animales, así como el establecimiento de cercas vivas en sus potreros, que además se transforman en alimento para los animales.
De esta forma, el predio familiar ha mejorado, porque la rotación de praderas que caracteriza a este sistema permite el descanso del suelo y un mejor aprovechamiento de las pasturas.
Aunque la construcción de las cercas les ha representado una inversión inicial en jornales, ella decidió transformar sus viejas prácticas por otras mucho más amigables con la naturaleza.
“Al principio mi esposo no creía mucho en que iban a cumplir. Luego empezamos a ver que llegaban los materiales y los maestros de obra para construir el establo”, dice Oliva.
Veinticinco familias como la de esta mujer ejemplar están vinculadas a este ARA en la región, que habitan las veredas San Javier, Bellavista, La Cacica, Santa Rita y Alto de las Águilas, pues sus predios se ubican en zona de interés hídrico para sostener el servicio de agua del casco urbano y de acueductos veredales.
Ellas se han comprometido a conservar los bosques nativos que aún quedan y que han logrado permanecer intactos a pesar de la intensa tala de bosques que afectó la zona durante años.
Así mismo, protegen el cauce de las quebradas El Ramo, La Zarza, El Pino y El Poleo para bloquear el paso del ganado y evitar de esta manera la contaminación del agua. Otro de los compromisos es la implementación de buenas prácticas agropecuarias, que permitan el desarrollo de alternativas de producción sostenibles.
“Con este apoyo he mejorado, porque ya no me toca picar el pasto a machete. Ya tengo una picapasto que me dio el programa”, agrega Oliva, al resaltar uno de los beneficios que ha recibido al vincularse al ARA, que es apoyado por el Acuerdo para la Conservación de Bosques Tropicales (TFCA), a través del Fondo Acción, y la Alcaldía de Zapatoca.