Esfuerzos para propagar el helecho arborescente

En los municipios de Guasca y Bojacá (Cundinamarca), están ubicados dos viveros que apoyan las acciones de compensaciones ambientales del proyecto línea de transmisión eléctrica Nueva Esperanza del convenio EPM – Fundación Natura. Este proceso ha logrado la propagación de cerca de 180.000 individuos de 73 especies nativas, fortaleciendo significativamente los procesos de investigación y gestión de conocimiento sobre la restauración ecológica en ecosistemas altoandinos.    

En el vivero satélite de Bojacá se ha propagado el helecho arborescente conocido también como “palma boba” (género Cyathea), una especie nativa que ha sido vedada, es decir, que tiene una regulación en su uso, aprovechamiento, comercialización y movilización de la planta y de sus productos derivados. Pues por mucho tiempo fue utilizada para la elaboración de artesanías, como sustrato para orquídeas y bromelias, construcción de viviendas y macetas, entre otras estructuras; esta sobrexplotación condujo a la disminución de sus poblaciones. 

El helecho arborescente o palma boba puede encontrarse en el ecosistema de bosque andino, cerca de las quebradas, ya que dentro de su estructura vegetal retienen agua, contribuyendo a mantener servicios ecosistémicos como el ciclo hidrológico. A diferencia de un helecho común, estas plantas desarrollan tallo y no producen semillas, por lo que su reproducción se da por medio de esporas que se encuentran dentro de otras estructuras (esporangio), en la parte de atrás de sus frondas. 

Las esporas, a diferencia de las semillas, requieren de una propagación no convencional, pues “no se forma un fruto, sino que cada espora macho y hembra flotan en el agua para encontrarse y reproducirse, par

a después formar el helecho. Por eso es clave la humedad para que las dos células se encuentren, se dé la fecundidad y posteriormente la germinación”, afirmó Jessica Cañón, residente de vivero de Fundación Natura. 

Además de la dificultad en la propagación de esporas bajo condiciones de invernadero, un aspecto clave en este proceso ha sido su identificación taxonómica, pues “se ha encontrado que hay diferentes especies bajo un mismo nombre científico, por lo que se necesita una identificación más asertiva en campo, aunque puede representar un reto pues se necesitarían análisis genéticos”, añadió Jessica.  

Por eso, en el marco del convenio EPM – Fundación Natura, se han realizado siete experimentos para su propagación. Algo complejo debido a que dicho proceso se da principalmente en laboratorios y solo se conoce una experiencia en vivero documentada en Antioquia. Los primeros experimentos se realizaron en el vivero ubicado en la Reserva Biológica Encenillo, pero debido a la temperatura, que oscila entre los 12° y la altura de 2988 m.s.n.m., se retrasó la germinación y el crecimiento. Por esta razón, se trasladaron los experimentos al vivero satélite ubicado en Bojacá, en el que se identificaron mejores resultados debido a su temperatura media de 14° y altitud de 2179 m.s.n.m. 

SÉPTIMO: EL EXPERIMENTO ACTUAL 

“La experiencia con los procesos realizados anteriormente nos llevó a pensar que había un problema de hongos producido por la humedad, por lo que revisamos la literatura sobre la propagación en laboratorio y encontramos aspectos determinantes como: liberar las esporas de cada esporangio y desinfectar las esporas y sustratos (para evitar los hongos). Con lo anterior, intentamos imitar las condiciones de laboratorio en vivero con lo que teníamos a nuestro alcance”, agregó Jessica. Razón por la cual, en el experimento actual se solarizaron (técnica para desinfección del suelo a altas temperaturas) las esporas para liberarlas del esporangio. 

Como en los viveros no se cuenta con equipos especializados, se desinfectaron las esporas con cloro convencional, para lo que se utilizó un gotero, absorbiendo una cantidad mínima diluido en agua para poner las esporas por cinco minutos, sacarlas y lavarlas con agua destilada en repetidas ocasiones para luego dejarlas al sol y secarlas. 

En este experimento se trabajó con tres sustratos base, 1) tierra negra, humus o fertilizante orgánico y ripio de pino, 2) arena de río, humus, tierra negra y cascarilla, y 3) capote (primera capa de tierra) de bosque. 

En unos meses se espera contar con buenos resultados que superen los obtenidos durante los dos primeros intentos. Con esto se busca devolver a los bosques una especie amenazada y de gran importancia ecosistémica, y llenar vacíos teóricos sobre la propagación del helecho arborescente en viveros. Sin duda, estos procesos no solo aportan a la propagación de especies y a la restauración ecológica, sino también a generar información académica, con la que se espera dar bases a que otros investigadores observen, estudien y aporten en estas y otras técnicas eficientes de propagación. 

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