La Reserva Biológica Encenillo: un espacio para el aprendizaje y la investigación científica

Las compensaciones ambientales son una oportunidad, no solo para mitigar los impactos causados por la actividad humana, sino también para propiciar espacios de gestión de información, intercambio de conocimientos e investigación científica. Así, es posible tomar decisiones informadas para mejorar los procesos de restauración en ecosistemas estratégicos y garantizar la continuidad de los servicios que proveen.

En este sentido, las compensaciones de la línea de transmisión eléctrica Nueva Esperanza, realizadas en el marco del convenio entre EPM y Fundación Natura, se han convertido en un espacio de aprendizaje e investigación académica que involucra trabajos de grado que aportan a diferentes campos de su implementación, como lo es la dispersión de semillas tanto natural como asistida en zonas de restauración ecológica.

Ejemplo de esto es el trabajo de grado desarrollado por Daniela Martínez Castellanos y Lina Juliana Triana Vargas para obtener su título en biología de la Universidad de la Salle. Su investigación “Lluvia de semillas natural y asistida en coberturas vegetales altoandinas: el caso de la Reserva Biológica Encenillo, Guasca-Cundinamarca”, logró evidenciar la importancia de la inclusión de perchas en áreas degradadas altoandinas para incrementar la dispersión de semillas.

Según el estudio, llevado a cabo durante cuatro meses, el uso de las perchas aumentó la eficiencia de colecta de semillas en un 92%, donde el 85% de las semillas colectadas en perchas tenían un mecanismo de dispersión endozoocora. Es decir, que lo animales estarían usando las perchas como lugares de descanso en los cuales defecan las semillas, ayudando a su dispersión.

Entre agosto y noviembre del 2023, estudiaron la lluvia de semillas en el bosque altoandino de la Reserva Biológica Encenillo, en la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural Chingaza (Cundinamarca). Instalaron 60 trampas de semillas en tres tipos de coberturas vegetales: pastizales, bordes de bosque de vegetación secundaria y bosques de sucesiones avanzadas. En los pastizales, se colocaron 15 trampas con perchas seminaturales, mientras que en las demás coberturas se ubicaron 45 trampas sin perchas.

El estudio buscó evaluar la lluvia de semillas en términos de biomasa y diversidad funcional en las tres coberturas vegetales mencionadas anteriormente. Además, las investigadoras buscaron establecer el impacto del uso de perchas para la obtención de semillas en áreas degradadas, como los pastizales.

Según Castellanos y Vargas (2024), la biomasa es un indicador de la productividad de las plantas en un ecosistema; lo que permite entender las dinámicas de regeneración y colonización de las especies. Esta se cuantifica a través del conteo y peso seco de las semillas presentes en una comunidad. Cuantificar la biomasa de la lluvia de semillas permite entender la producción de semillas de las plantas, reflejando sus estrategias reproductivas y de supervivencia.

La lluvia de semillas también se evaluó en términos de diversidad funcional, ya que el propósito no solo era analizar la cantidad de semillas presentes, sino también las características que determinan los roles ecológicos de las plantas dentro del ecosistema. Como lo indicaron Castellanos y Vargas (2024), la diversidad funcional hace referencia a la variedad de rasgos biológicos y ecológicos que tienen influencia en procesos como la dispersión, el establecimiento y el crecimiento de las plántulas. Al evaluar la diversidad funcional, es posible identificar las especies que desempeñan roles clave en la estructura y dinámica ecosistémica, así como entender la respuesta de las comunidades vegetales a las presiones ambientales. Tanto la biomasa como la diversidad funcional son aspectos fundamentales para comprender la capacidad de regeneración de las plantas y la resiliencia del ecosistema altoandino.

Para realizar el análisis de datos, se hizo la clasificación de las semillas en laboratorio y se registró su tamaño, peso seco y tipo de dispersión. Se recolectaron un total de 11.300 semillas de 52 especies, entre las cuales se destacan la Myrsine coriacea (cucharo blanco), Rubus bogotensis (una especie de zarzamora nativa de América del Sur), Miconia ligustrina (también conocido como tuno o esmeraldo), Cavendishia bracteata (uva de anís o zarcillejo), Phytolacca bogotensis (guaba o jaboncillo) y Viburnum triphyllum (conocida como chuchua o chuque).

De estas semillas, 27 morfoespecies tuvieron dispersión endozoocora (lo que quiere decir que sus frutas fueron consumidas por animales quienes se encargaron de dispersar las semillas de las especies). Esto demuestra la importancia de la fauna para la dispersión de semillas en los bordes de bosque y en bosques de sucesiones avanzadas. Por otro lado, se identificaron 25 morfoespecies no endozoócoras, principalmente de las familias Betulaceae y Caprifoliaceae, las cuales fueron dominantes en la cobertura de bosque en sucesiones avanzadas.

Las investigadoras hallaron que la lluvia de semillas natural, sin el uso de perchas, varía según la cobertura vegetal. En los bordes del bosque secundario y bosques de sucesiones avanzadas se encontró una mayor biomasa y diversidad funcional de semillas en comparación con los pastizales. Sin embargo, entre los bordes de bosque y bosques de sucesiones avanzadas no había mayores diferencias. Este resultado podría estar relacionado con una disponibilidad de frutos y una dispersión de semillas similar entre estos tipos de cobertura. En los pastizales se encontró que, en las trampas de semillas sin perchas, la biomasa y la diversidad funcional fueron muy bajas.

Por otro lado, la gran biomasa encontrada en las trampas asistidas por perchas muestra la efectividad de estas estructuras para atraer semillas dispersadas desde los hábitats cercanos al pastizal, como bordes de vegetación secundaria y bosques de sucesiones avanzados. Al comparar las trampas de semillas sin perchas y con perchas en pastizales, se puede sugerir que la inclusión de perchas en áreas degradadas altoandinas puede aumentar la cantidad de semillas potencialmente dispersadas por animales, lo que contribuye a la obtención de semillas de especies de plantas clave para mantener interacciones planta-animal y sus servicios asociados en estrategias de restauración de áreas degradadas.

Finalmente, el estudio resalta la importancia de cuantificar la lluvia de semillas desde diversos enfoques que permitan entender las dinámicas de la vegetación altoandina y su aplicación a la restauración ecológica. La implementación de perchas seminaturales puede facilitar la obtención de semillas que podrían usarse para restaurar áreas degradadas como pastizales.

Estos resultados aportan a los procesos de restauración ecológica que se implementan en la Reserva Biológica Encenillo y pueden ser tenidos en cuenta para las otras zonas de compensación en donde se desarrolla el convenio EPM – Fundación Natura, como Guatavita, Bojacá y Sibaté (Cundinamarca). Así, seguimos aportando a la gestión de información para la restauración de los bosques altoandinos y otros ecosistemas de suma relevancia para nuestro país.

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