El cuidado y cultivo de la tierra en manos santandereanas

Las primeras horas de la madrugada suelen ser las más movidas para las comunidades campesinas, familias que le ganan al sol y se levantan desde las cuatro de la mañana para iniciar su jornada, siempre acompañada de un buen café. Este es el caso de Norberto Serrano León, una de las 15.226 mil personas que hacen parte de la población campesina de Colombia, según cifras del primer trimestre de 2023 del DANE.

De esta cifra, el 42,7% se dedica a la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca. Actividades que han estado presentes en la vida de Norberto, pues desde muy pequeño, con menos de diez años, sus padres lo involucraron y le enseñaron lo que es la vida en el campo. “Yo me la pasaba con ellos, me enseñaban a ordeñar, a usar una macheta o cualquier herramienta; hacer mantenimiento y otros trabajos”, afirmó.

Norberto creció en Palestina y Unión, dos veredas ubicadas en San Vicente de Chucurí (Santander). Sus padres le enseñaron todo y le dieron las herramientas necesarias para ser lo que es hoy: agricultor; una labor que le ha permitido seguir viviendo en el campo y fortalecer sus capacidades técnicas con cursos de la Federación Nacional de Cacaoteros.

“Toda la vida me he dedicado a esto, al cacao, al café y, durante un tiempo, a la ganadería”, aseguró Norberto, quien ahora es administrador de la finca Tierra Buena en la vereda Cantaranas del sector Santa Helena. Él inicia su jornada con actividades de la cocina, un café y la preparación del almuerzo, así puede salir a trabajar hasta medio día, almuerza hasta la una de la tarde y retoma labores hasta las cuatro, cuando vuelve a casa para descansar y preparar su comida.

Es agricultor, se encarga del mantenimiento de la finca, tiene cacao, plátano y café, hace la limpieza, el monitoreo de los cultivos y control de escoba de bruja, moniliasis e injerto, enfermedades que pueden llegar al cultivo. Además, es quien saca los productos de la finca, los carga en su espalda y los sube a la carretera principal que queda a quince minutos y allí contrata un transporte que lo lleve al pueblo para comercializarlos.

Noberto tiene 60 años, una hija de 25 años que vive en San Vicente de Chucurí y un hijo de 23 que vive en Cúcuta. Aunque reconoce que trabajar la tierra es difícil, está convencido de que cuidar y manejar el terreno es lo que nos da comida y bienestar; además, que capacitar a los jóvenes es lo único que los va a volver a enamorar de la agricultura.

Estos años de trabajo le permitieron acercarse a otros procesos como el monitoreo climático participativo, una iniciativa de ISAGEN y Fundación Natura, de la que hace parte hace cuatro años, tiempo en el cual ha aprendido a llevar el registro diario de datos relacionados con la temperatura y precipitaciones en la finca.

“La agricultura es complicada y diferente al monitoreo, pero se relacionan. Con el monitoreo reviso la temperatura, así sé cómo vienen las cosechas, si hay buena temperatura y buen tiempo, sé que vienen buenas cosechas, pero si no, se baja. Por ejemplo, en este momento se bajaron las cosechas en un 50%”, concluyó.

Actualmente, Norberto tiene mayor control y puede tomar mejores decisiones al momento de hacer mantenimiento de las cosechas o  control de las enfermedades que pueden llegar en ciertas temporadas. Esto lo ha aprendido a través de capacitaciones, talleres y acompañamiento del equipo técnico de Monitoreo climático.

“Nuestro proyecto ayudó a que las personas entendieran con datos la relación que tienen los cultivos con el clima, y como este último influye en las plagas y enfermedades. El 100% de los monitores se dedica a la agricultura, los cultivos que tienen sembrados en la finca son: cacao, cítricos, café, aguacate y labranza (yuca, maíz y plátano)”, agregó Andrés Rueda, Jefe del proyecto.

Por eso hoy, 9 de septiembre, en el Día Mundial de la Agricultura, reconocemos y resaltamos la importante labor que realizan los agricultores y monitores del clima de Santander, ya que, como Norberto, son claves en el cuidado y cultivo de la tierra para la producción de alimentos que acompañan la mesa de las familias colombianas.

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