Julián Esteban Díaz Triana, Biólogo, M.Sc. UN
Fundación Natura Colombia
Existe amplia evidencia científica acerca de los impactos ambientales producidos por el uso de los insecticidas neonicotinoides en el control y manejo de plagas de cultivos en el mundo, particularmente procedente de estudios desarrollados en Europa y Norteamérica. El reciente fallo emitido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca relacionado con la protección de abejas y otros polinizadores en el territorio colombiano, reconoce el deber y la necesidad de proteger derechos colectivos relacionados esencialmente con un ambiente sano, toda vez que el uso poco racional de pesticidas neonicotinoides representa una amenaza para la distribución y abundancia de insectos benéficos como los polinizadores y genera posibles efectos negativos en las cadenas tróficas, la producción de alimentos sostenible y la salud humana. Este hecho constituye un precedente, un hito histórico y una oportunidad para que entidades territoriales y gubernamentales, sectores productivos, instituciones académicas y de investigación, y sociedad civil aúnen esfuerzos en la búsqueda de soluciones que permitan el reemplazo paulatino de pesticidas y agroquímicos seriamente nocivos en la producción agrícola y el manejo de plagas.
La polinización mediada por abejas y demás insectos como avispas y abejorros entre otros, es un servicio ambiental extremadamente valioso y sin el cual la producción de alimentos fracasaría socio-económicamente. No obstante, la alta demanda de alimentos y la producción agrícola en los agrosistemas a través de los medios de producción empleados, obliga al uso de productos químicos que maximiza el rendimiento de las cosechas y minimiza las pérdidas ocasionadas por las afectaciones producidas por insectos plaga, muchas veces trasgrediendo los principios inherentes al manejo integrado de plagas. Aunque se logra la regulación de insectos perjudiciales para los cultivos, infortunadamente esta situación trae consigo daños colaterales consistentes en el declive de poblaciones de una amplia gama de artrópodos benéficos entre los cuales no solamente se encuentra la abeja empleada en la producción de miel (Apis melifera), sino abejas silvestres que dependen de una enorme variedad de recursos florales como el néctar y el polen, y otros insectos y arácnidos que funcionan como controladores biológicos, o que participan en el ciclaje de nutrientes en la naturaleza. De ahí que la polinización no sea el único servicio ambiental afectado cuando se da el uso indiscriminado de estos agroquímicos, sino que se pone en riesgo el mismo equilibrio ecológico natural y la conservación de la biodiversidad en los ecosistemas colombianos, y obviamente el disfrute de estos bienes y servicios ambientales por parte de toda la sociedad.
La conformación de la Mesa de Trabajo sobre la utilización de Neonicotenoides en Colombia representa un desafío para que las organizaciones involucradas en la misma y entidades de investigación científica que la apoyen, describan y esclarezcan con hechos y datos el estado y la situación que en el país se presenta respecto a los impactos ambientales producidos por la emisión o aplicación de estas sustancias en el medio natural, y también generen las recomendaciones propicias para su adecuada regulación o reemplazo en el tiempo. Esta tarea no es fácil, pero debe ser lo suficientemente articulada y organizada, de modo que para ello se establezcan agendas financiadas de investigación y gestión ambiental que con el uso del método científico y las metodologías de estudios ambientales puedan desarrollarse cabalmente en el corto, mediano y largo plazo con resultados puntuales. Los principales retos futuros son analizar las evidencias existentes a partir de la información disponible hasta ahora, identificar parámetros de evaluación y seguimiento para medir los efectos de estas sustancias en diferentes componentes ambientales y su cambio en el tiempo, y explorar las alternativas para evitar, mitigar y corregir dichos impactos manteniendo la sostenibilidad integral de las actividades productivas asociadas con el uso de neonicotinoides, de modo que paulatinamente se definan y promuevan nuevos métodos y técnicas para el control y manejo de plagas amigables con el medio ambiente. Para ello deberán tomarse en cuenta las condiciones físico-bióticas de las diferentes regiones del país, los métodos de uso y aplicación de los plaguicidas, la vulnerabilidad de los componentes ambientales afectados, entre otros aspectos.
Desde la Fundación Natura, la ordenación de las medidas proferidas por el fallo nos permite ratificar el compromiso por trabajar por la conservación de los recursos naturales, pero también por el bienestar de las comunidades humanas a partir del desarrollo local, las cuales también son parte de la biodiversidad nacional. Por dicha razón, se hace un llamado a tender nuevos caminos para el desarrollo sostenible del campo colombiano, con los cuales se pongan en marcha alternativas agroecológicas de producción que propicien el desarrollo económico pero también un medio ambiente sano. En el caso específico de la regulación de poblaciones de insectos perjudiciales asociados a los cultivos, el llamado al uso sostenible de la biodiversidad, lo cual involucra la organización y tecnificación adecuada del sistema productivo para que sea la propia diversidad biológica la que contribuya a evitar desequilibrios como las plagas, de modo que alternativas como el control biológico conservativo cobren con el paso del tiempo cada vez mayor importancia en el país y particularmente entre los sectores productores de nuestros alimentos.