El reloj marcaba las 4:30 de la mañana, el clima estaba fresco, las aguas calmadas y eran pocos los sonidos que se alcanzaban a escuchar allí, en la ciénaga de Zapatosa. A lo lejos brillaba una luz que poco a poco se acercaba. Se trataba de una de las embarcaciones que, durante varias semanas, estuvo transportando a profesionales de Fundación Natura y conocedores locales, quienes día y noche observaban y estudiaban los recursos naturales que componen este humedal continental dulceacuícola, el más extenso del país.
Precisamente, es el DRMI-Ramsar Complejo Cenagoso de Zapatosa el epicentro del primer ejercicio piloto de implementación de un protocolo que busca estimar los contenidos de carbono en humedales del Magdalena medio y bajo.
El carbono es el componente fundamental de los compuestos orgánicos, es decir, de todos los seres vivos y es tan importante para la vida, que incluso se encuentra en el suelo y el aire. El ciclo biológico del carbono depende de dos procesos claves: la fotosíntesis realizada principalmente por las plantas, las algas y algunas bacterias, y la respiración o la descomposición de todos los organismos. De esta forma, cuando la materia viva respira o cuando la materia muerta se descompone, parte del carbono contenido en ella se libera al aire como dióxido de carbono (CO2), convirtiéndose en una fuente natural de CO2.
Esto mismo sucede cuando se quema un bosque, ya que el carbono almacenado en los árboles y en los organismos presentes en el suelo, se libera al aire con una mayor rapidez que cuando se descomponen a lo largo del tiempo y de manera natural, es decir que acelera el proceso. Otras actividades humanas, necesarias para el desarrollo económico que involucran el uso del carbón, el petróleo o el gas, son fuentes no naturales de CO2 que alteran el ciclo natural del carbono, aumentando su concentración en la atmósfera con consecuencias directas en el calentamiento global y el cambio climático.
Uno de los servicios más importantes que prestan los ecosistemas terrestres y acuáticos son la captación de CO2, de allí la importancia de crear y desarrollar este protocolo en el marco del proyecto CO2 Humedales que implementa Fundación Natura y Ecopetrol, a través del cual se espera estimar qué tanto carbono capta el complejo cenagoso de Zapatosa, es decir, cuál es su capacidad para, de forma natural, tomar el carbono de la atmósfera y almacenarlo en los organismos presentes en el agua, el suelo y en los distintos tipos de vegetación presentes en la ciénaga.
“El protocolo es una herramienta para que los actores locales, regionales y nacionales responsables del control y seguimiento de los ecosistemas acuáticos, tengan metodologías técnicas para analizar su estado y tomar decisiones para la adecuada planificación territorial frente al cambio climático que enfrentamos en la actualidad”, aseguró Claudia Andramunio, coordinadora del protocolo.
En cuanto a su estructuración, se basó en las directrices del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC) para la selección de los compartimientos o recursos naturales de estudio, en este caso: vegetación, materia orgánica muerta, suelos y biodiversidad, los cuales se están monitoreando en dos momentos hidrológicos: aguas bajas y aguas altas.
Cada uno de estos grupos de estudio contaba con la participación, no solo de profesionales técnicos, sino también de la comunidad local, ya que como conocedores del territorio y de sus dinámicas ambientales, brindan una sensación de seguridad y confianza en los ejercicios de campo y, a través del intercambio de saberes, se genera la posibilidad de mejorar las percepciones de los técnicos en cuanto a los planteamientos metodológicos, su desarrollo logístico e interpretación de resultados, con respecto a las metas propuestas.
Asimismo, la comunidad local logra enriquecer sus conocimientos empíricos, se apropian de los procesos que se desarrollan en la zona y difunden el conocimiento adquirido con el resto de las poblaciones, lo que permite la visibilización de las acciones que desarrolla Fundación Natura y Ecopetrol en el marco del Protocolo para la estimación de contenidos de carbono en los humedales del Magdalena medio y bajo.
Algunos resultados:
Hasta el momento, según lo observado en el primer piloto realizado en el mes de marzo, la palma de vino, conocida localmente como curumuta, es una de las plantas con mayor presencia en el complejo cenagoso; y el buchón de agua o taruya se encuentra en grandes cantidades, lo que afecta notablemente este ecosistema. Además, se evidenciaron eventos de quema particularmente en sectores como Tamalameque (Cesar) y Chiriguaná (Cesar), en donde los pobladores mencionaban que esta actividad se viene realizando de forma reiterativa para la ganadería y la caza de la tortuga Hicotea.
Para el equipo técnico la experiencia fue enriquecedora y clave para la gestión de conocimiento el país, puesto que el complejo cenagoso de Zapatosa es un ecosistema con grandes retos. Como lo manifiesta el equipo de profesionales de este ejercicio “La implementación del protocolo fue la puesta en escena de un ejercicio planificado con seis meses de antelación, que nos enfrentó a escenarios de cambio, por la misma naturaleza del ecosistema”.
El próximo monitoreo se realizará en el mes de octubre, periodo de aguas altas en el complejo cenagoso. De esta forma se podrá obtener información de los dos momentos hidrológicos y así, determinar qué cambios hay en el ecosistema de acuerdo a la dinámica del agua.