El reto de la Fundaciones en Colombia ante un entorno cambiante

Por: Catalina Espinosa Tovar – Subdirectora Administrativa y Financiera

En Colombia existen muchas organizaciones sin ánimo de lucro, entre ellas se destacan las fundaciones que han centrado su trabajo en el bien común, logrando la ejecución de diversos programas, proyectos e iniciativas que han favorecido a la población, contribuyendo con la protección del medio ambiente o con la provisión de necesidades básicas de los menos favorecidos o excluidos, entre otras causas loables que deben ser destacadas y replicadas dentro de nuestra sociedad.

A pesar de esto, hemos visto que el Estado quiere “poner en cintura” a las fundaciones desconociendo la finalidad por la cual muchas de ellas han sido creadas, las causas a las que contribuyen y el rol que cumplen dentro de la sociedad. Por eso, desde hace algunos años hemos sido testigos del desprestigio al que se ha sometido a las entidades sin ánimo de lucro, especialmente a las fundaciones.

Frases como la pronunciada en 2014, por el entonces director de la DIAN Juan Ricardo Ortega, que afirmaba que: “Detrás de la corrupción casi siempre hay una fundación ” o el programa realizado por Séptimo Día, donde se afirmaba que: “Hay fundaciones cuya meta no es ayudar sino llenar sus propios bolsillos” , han hecho que el trabajo realizado por diferentes personas en todo el país, que hacen parte de organizaciones comprometidas con el desarrollo del éste y del bien común de la sociedad, esten en tela de juicio, poniendo en riesgo su reputación y afectando su sostenibilidad.

Las fundaciones que hacen parte del sector social en Colombia, realizan constantemente un trabajo de rendición de cuentas con sus cooperantes, donantes, clientes, beneficiarios y demás grupos de interés, que permite desarrollar un modelo de gestión basado en la cooperación mutua y la confianza, que surge como consecuencia del buen trabajo realizado.

La idea que las fundaciones “casi siempre” están siendo investigadas por estafa, evasión de impuestos y lavado de activos, se ha generalizado tanto, que se han aumentado las limitaciones o restricciones fiscales y tributarias que le permiten a una ONG operar de manera eficiente.

Hoy en día las fundaciones, al igual que las sociedades comerciales, tienen obligaciones tributarias, laborales, cambiarias, civiles y hasta “societarias”, como por ejemplo, renovar antes del 31 de marzo la matrícula mercantil de las organizaciones, registro de libros, actas de reunión de órganos de gobierno, entre otras.

Adicionalmente, por estos días se está reglamentando la Ley 1819 del 2016, que trae un listado de nuevos controles para que las fundaciones puedan demostrar su idoneidad, demostrando que ejercen una labor meritoria, lo cual no no está mal, pero a su vez trae modificaciones como el hecho que las donaciones efectuadas a las entidades sin ánimo de lucro no serán deducibles del impuesto sobre la renta y complementarios, sino que será el equivalente al 20 % del valor donado en el año gravable. Entonces, ¿cómo van a operar estas organizaciones, si uno de los mayores retos que enfrentan actualmente es conseguir recursos para poder subsistir?

Otro de los cambios, es el cumplir una serie de requisitos para garantizar la continuidad de las fundaciones en el régimen tributario especial, debido a que en caso de perderlo se tendría que pagar renta como una sociedad comercial común y corriente, teniendo en cuanta que en la actualidad las estas ONG sí presentan la declaración de renta y pagan los demás impuestos, aunque esto no se mencione muy a menudo y se dé lugar a imprecisiones.

Y como si fuera poco, a comienzos de este año se publicó el decreto 092 de 2017 y la Guía para la contratación con entidades sin ánimo de lucro y de reconocida idoneidad, establecido por Colombia Compra Eficiente, que busca asegurar la libertad de competencia entre las sociedades comerciales y las fundaciones, desconociendo que estas últimas no cuentan con el músculo administrativo y financiero lo suficientemente sólido para ganar una licitación, y que en sus pliegos no contempla las particularidades de las fundaciones, como por ejemplo, que son organizaciones sin ánimo de lucro, no generan utilidad y no deberían cumplir con ciertos indicadores financieros, entre otros.

Ante este panorama, no queda otra alternativa que cumplir más requisitos, realizar registros, suministrar más información y visibilizar más el buen trabajo de las fundaciones, pues son millares en este país las que hacen una excelente labor desde hace muchos años, que benefician a la sociedad siendo aliados estratégicos de empresas y del Estado. La invitación es a dejar de lado el prejuicio de que todas estas organizaciones tienen por objeto evadir impuestos u obligaciones legales. La misión es reconstruir un espacio de colaboración y confianza, revisando la normatividad actual y llegando a acuerdos para garantizar la supervivencia de estas organizaciones no gubernamentales.


[1] Tomado de Revista Semana: Entrevista realizada el 19 de julio de 2014
[1] Disponible en: https://noticias.caracoltv.com/septimo-dia/hay-fundaciones-cuya-meta-no-es-ayudar-sino-llenar-sus-propios-bolsillos-denuncian

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