Hallan población de ranas de cristal en la Reserva Biológica Encenillo

Estos anfibios son bioindicadores, es decir, su presencia en un ecosistema es una prueba de que la zona está libre de contaminación. No se veían hace más de una década en el bosque altoandino de esta zona protegida.

BOGOTÁ, AGOSTO 3 DE 2016. En una quebrada, dentro de la Reserva Biológica Encenillo, fue avistada una población de ranas de cristal, de la especie Centrolene buckleyi, anfibios carismáticos que se caracterizan por su coloración verde intenso y por tener una piel ventral muy clara, casi transparente.

Este hallazgo se produce en el marco del diseño del Plan de Compensaciones por Pérdida de Biodiversidad que adelanta la Fundación Natura en el área del corredor entre la Reserva Biológica Encenillo y el Parque Nacional Natural Chingaza, donde también se han logrado nuevos registros y descubrimientos novedosos de especies en ecosistemas de alta montaña.

Generalmente, las ranas de cristal viven en el bosque altoandino, un ecosistema con amplia distribución en las tres cordilleras. Los que fueron detectados en la Reserva Encenillo  no se veían desde hace más de una década en la región.

Las ranas de cristal están categorizadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en estado de amenaza vulnerable (VU). Sus poblaciones han disminuido dramáticamente por la deforestación, práctica que ha dañado seriamente sus hábitats.

Además, como muchas otras especies de anuros, han sido afectadas por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, también conocido como Bd o el hongo quítrido de los anfibios, que les produce una dolencia llamada quitridiomicosis. El hongo ataca su piel, que es imprescindible, entre otras cosas, para su respiración y defensa inmunológica.

Otro factor que estaría poniendo en peligro esta especie es la introducción en algunos lugares de truchas arcoíris (Oncorhynchus mykiss), que se estarían comiendo sus renacuajos. Este es un factor de riesgo que está en investigación en el país.

Las ranas de cristal son vitales en los ecosistemas porque controlan plagas y otros vectores de enfermedades.  Pero además, su presencia es un bioindicador de la buena calidad del aire y el medio ambiente que las rodea, sin que esto quiera decir que no resistan cierto grado de contaminación.

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