La grave deforestación en Colombia, nos afecta a todos y es el gran reto

Elsa Matilde Escobar
Directora Ejecutiva

El pasado 24 de enero, en la Universidad de los Andes, se realizó el Foro “La deforestación: Consecuencias y Retos” con la participación de María Teresa Becerra del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), Rubén Darío Guerrero del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), Joaquín Caraballo, Germán Andrade y Manuel Rodriguez de la Universidad de los Andes, Clara Ligia Solano de la Fundación Natura, Brigitte Baptiste del Instituto Alexander Von Humboldt, Juan Pablo Ruiz, María Camila Villegas del Grupo Argos, Natalia Zuleta de Gimnasio Fontana, Carolina García de Bavaria y María Lourdes Zimmerman de Blu Radio.

Después de conocer las cifras sobre deforestación, que fueron puestas sobre la mesa durante el primer panel, el panorama es triste, pero es más preocupante que aunque la realidad se conoce parece no mover a nadie, ni los tomadores de decisiones ni los políticos se alarman frente a estos datos, aunque en 2015, durante la Cumbre de Cambio Climático en París, con bombos y platillos el Gobierno colombiano se comprometió a reducir a cero la tasa neta de deforestación en el Amazonas para el 2020. A cambio de su esfuerzo: Alemania, Reino Unido y Noruega prometieron apoyar con US$100 millones de dólares gradualmente, siempre y cuando se redujeran las cifras, para lo que se creó el programa Visión Amazonia. Igualmente estos donantes manifestaron que si la deforestación también se reducía en el resto del país podrían destinar el doble de ese monto inicial. Pero esta realidad y estos compromisos no están en la agenda de los políticos. Vimos lo flojo de las propuestas de los candidatos a Presidencia para el próximo período, en el Foro del Fondo Nacional Ambiental, el 23 de enero también realizado en la Universidad de los Andes. Y desde el gobierno se queda solo en retórica, en los encuentros internacionales, sus deseos, pero las políticas no siempre responden a cumplir estas metas y promesas.

Veamos las cifras: en el 2016 el país Colombia borró de su territorio 178.597 hectáreas de bosque, lo que en términos gráficos es como perder un departamento como el Quindío anualmente y cada hora se pierden 20 hectáreas de bosque (IDEAM, 2017). El IDEAM, encargado de calcular la cantidad de bosque que pierde Colombia, anunció que la deforestación aumentó un 44 % respecto al año anterior. Factores tales como la ejecución de políticas inadecuadas de ocupación y utilización del territorio, que han agudizado problemas de colonización y ampliación de la frontera agrícola y llevado a grandes extensiones a la praderización y ganadería extensiva; los cultivos de uso ilícito, los megaproyectos, el desarrollo de infraestructura vial, la extracción ilícita de minerales y los incendios forestales en el último año, son las principales causas de esta enorme pérdida de bosques, la mayor parte en la Amazonia. Según el IDEAM, el 34 % de la deforestación de 2016 se presentó en áreas de los departamentos de: Putumayo, Caquetá, Meta y Guaviare, principalmente en los municipios de Uribe, Mesetas (Meta), San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá (Caquetá), Puerto Guzmán y Puerto Leguízamo (Putumayo); el 95 % de la tala de bosque está concentrada en tan sólo 30 municipios y el 60,2 % corresponde a la región del Amazonas.

Algunos aseguran que el posconflicto está comenzando a pasar factura ambiental, lo cual es cierto hasta cierto punto en el sentido en que territorios antes vedados han comenzado a llenarse de colonos y especuladores de tierras, este último tal vez el problema más preocupante por cuanto compromete grandes extensiones para ser potrerizadas para acceder a la titulación de tierras, en manos de unos pocos, como bien lo señaló Manuel Rodríguez en el Foro. Es evidente que el país no estaba preparado para el posconflicto, ni Colombia ni el ministerio de ambiente, ni el de agricultura, ni el de interior, ni el de transporte. Todo lo que estaba pasando se veía venir, tomando en cuenta la experiencia de otros países que han entrado en procesos similares. Y tal vez lo más preocupante es que no vemos una política seria del gobierno en materia de desarrollo rural sostenible, de tierras, de ordenamiento, de posibilidades y seguridad para las personas que están en los territorios, dispuestas a pensar en un modelo de vida diferente al que les ha tocado por una u otra razón. Como lo señala Semana rural, la tala de vastas extensiones de bosques de los Parques Nacionales Naturales y de otros ecosistemas, en áreas que se creían inhóspitas y muy poco habitadas —en buena parte como consecuencia del conflicto armado—, está dejando al descubierto que ni estaban tan protegidas ni eran territorios tan inaccesibles.

El 45% del territorio nacional se utiliza para fines diferentes a su vocación, generando un conflicto por uso de las tierras. Por ejemplo, en 1993 la ganadería ocupaba 40.1 millones de hectáreas, mientras que su potencial de uso se reducía a 15.3 millones.

50% de los suelos del territorio nacional presentan algún grado de erosión, de los cuales el 24.4% es de carácter severo. En la zona andina, el problema de erosión severa es más grave dado que las tierras afectadas sobrepasan un 80%. Se ha determinado que anualmente entre 170.000 y 200.000 hectáreas de terreno inician procesos erosivos.

La apertura de vías es otra de las grandes amenazas que se ciernen para el Amazonas, ya Rodrigo Botero en Semana Sostenible mostró las imágenes de la devastación de las áreas aledañas a lo que va a ser la marginal de la selva entre los municipios de Calamar y Miraflores (Guaviare), sin que las autoridades ambientales y locales se hayan manifestado y por el contrario sí está siendo promovida por los intereses de unos pocos y por la misma gobernación del Guaviare.

Pero tristemente la deforestación afecta todo el país. En el pacifico, los únicos bosques húmedos de importancia mundial contaron con una tasa de deforestación del 16% debido a la extracción de madera y cultivos de comercio no lícito.

Del bosque seco solamente queda alrededor el 1,5% de su cobertura original y en la región Caribe, máximo representante de este tipo de bosques, la deforestación tuvo una equivalencia del 14% del nacional. No fue más porque ya no había más que tumbar, digo yo.

En la región andina, donde está ubicada el 80% de la población y el centro de todos los acontecimientos políticos y económicos, la alta deforestación a la que ha sido sometida durante toda la historia y su vulnerabilidad geográfica, aseguraron un 26% del total nacional.

La pérdida de bosques también contribuye de manera contundente a la pérdida de biodiversidad y al deterioro de los ecosistemas y por ende representa un problema para las comunidades locales, para las cuales los servicios ecosistémicos son la fuente de su economía y bienestar.

Cerca de 2.194 plantas y 503 animales están amenazados en Colombia por la desaparición de bosques y selvas. Según el Instituto de Investigaciones Alexander Von Humboldt, hay especies de flora y fauna que se ven altamente afectadas por la deforestación. Y tal vez una de las consecuencias globales más impactantes de esta problemática es su repercusión sobre el cambio climático. El cambio en el uso del suelo es el principal generador de gases de efecto invernadero y según Omar Franco, Director del IDEAM, el sector denominado AFOLU (agricultura, silvicultura y cambio de uso del suelo) genera más gases que el transporte o la industria.

Lo más claro de este panorama es que el problema no se mira de manera integral y no se entiende la compleja relación que tienen la pérdida de los bosques y su biodiversidad, con la economía y el bienestar de la población.

El desafío que ahora tiene el Estado, el nuevo gobierno y la sociedad colombiana, es buscar cuáles son las medidas necesarias para hacerle frente a esta peligrosa situación, que según expertos, va a ser mayor en el 2017. Las herramientas que se presentan para evitarla son las mismas de hace 20 años que no han mostrado ningún resultado. Hay que ser creativos y sobretodo trabajar con la gente y para la gente. Como lo señalaba Germán Andrade, hay que construir una real gobernanza de los bosques desde lo local, desde la diversidad de los territorios. Creo que constituir mesas no es suficiente, se crean comités y grupos cuando hay un problema, pero las soluciones no es tan allí. Proponer sistemas de producción sostenible con alto valor agregado en donde se justifique la creación de esas nuevas áreas de desarrollo rural y que sean más rentables que la especulación o la coca, es el gran desafío. Si no se hace sosteniblemente, de manera verificable y con mercados definidos que reconozcan y permitan su diferenciación, seguramente la ampliación de la frontera agrícola y la potrerización se disparará aún más, haciendo más vulnerable los territorios y sus poblaciones.

Por todo lo anterior, además de parar la deforestación, es vital la necesidad de restaurar los bosques y los ecosistemas degradados y para ello se necesita voluntad política, para asignar recursos, trabajar de manera coordinada con las ONG, empresas, sociedad civil y ser más eficientes en la utilización de dineros, como los provenientes de las compensaciones, donde hay paradas cantidades significativas para la restauración ecológica, pero que se enredan en trámites burocráticos. Estas compensaciones deben ser hechas en sitios en donde tengan un mayor impacto, relevantes, que propicien conectividad, donde los bosques presten los servicios ambientales que requieren las poblaciones locales y la sociedad en general. Igualmente importante para la labor de conservación, son las herramientas complementarias tales como: los acuerdos de conservación, las reservas de la sociedad civil, entre otras; que apoyan la significativa labor que hace Parques Nacionales, como lo señaló Clara Solano, acciones que deben ser apoyadas firmemente por el gobierno y la empresa privada.

Si se aúnan esfuerzos, si hay voluntad política, si se piensa más en el bien común que en los intereses particulares, si las políticas obedecen a una sociedad y no a unos grupos económicos o a unos especuladores de las tierras y el medio ambiente, no todo está perdido.

Por eso invitamos a todos los estamentos de la sociedad, al gobierno, a la empresa privada, a la academia, a las ONG, a los grupos de base, a la sociedad en general a que se unan al movimiento UNIDOS POR LOS BOSQUES.

Referencias

Ideam. http://www.ideam.gov.co/web/ecosistemas/deforestacion-colombia

https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/se-disparo-la-tasa-de-deforestacion-en-colombia-articulo-701754

http://www.semana.com/nacion/articulo/la-crisis-por-deforestacion-de-bosques-en-colombia/537101

http://caracol.com.co/radio/2017/07/07/nacional/1499380356_688340.html

Colombia Viva. WWF. 2017 http://wwf.panda.org/es/noticias_y_publicaciones/publicaciones/?316652/Informe-Colombia-Viva-2017

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