Monitoreo climático participativo: una articulación de ciencia, saber local y tecnología

Socializar los resultados, intercambiar conocimientos y resolver dudas, son pasos clave en el programa de Monitoreo climático participativo. Cada año, este espacio reúne a los monitores y productores de Santander para conversar sobre sus procesos, compartir experiencias y conocer cómo se están utilizando los datos que registran día a día en sus fincas.

La iniciativa, desarrollada por ISAGEN y Fundación Natura desde 2013, en el área de influencia del embalse Topocoro, ha capacitado a familias de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón en el registro de temperatura, humedad relativa y precipitaciones, integrando esta información en la toma de decisiones productivas.

Para socializar estos datos recolectados, entender cómo funcionan y cómo ayudan a los monitores a tomar decisiones informadas sobre sus predios y cultivos, se realizan estos encuentros, que este año, tuvieron lugar en Betulia, Zapatoca y San Vicente, entre el 16 de junio al 20 de junio.

Los talleres tienen dos objetivos: por un lado, presentar los resultados meteorológicos y agronómicos de la investigación del año anterior a las comunidades alrededor del embalse; por otro lado, busca fortalecer el proceso de monitoreo climático participativo, ya que permite validar la información generada, contrastarla con el conocimiento local y retroalimentar las metodologías utilizadas.

Este año, se reunieron más de 100 familias cacaoteras y cafeteras reafirmando su compromiso y participación con el proyecto. Además de su disposición por aprender y comprender mejor los cambios en el clima, identificar características agroclimáticas de la zona y compartir experiencias entre la comunidad.

Luz Aleida Gómez Castillo, monitora de la vereda Miradores en Zapatoca, participó en el evento y resaltó la utilidad de los resultados obtenidos: “al revisar las estadísticas del fenómeno de La Niña en 2022, notamos un aumento en la presencia de moniliasis en el cultivo de cacao, a diferencia de 2015, cuando ocurrió El Niño y el clima fue más seco. Esto nos permitió entender que el hongo afecta más durante las temporadas de lluvia”, explicó.

De igual forma, Dora Inés Prada, monitora y docente de la Institución Educativa El Ramo, destacó la importancia de estos espacios para conocer los resultados del proceso y comprender el comportamiento del clima, los fenómenos de El Niño y La Niña, la variabilidad climática y las enfermedades que pueden afectar los cultivos.

“Estos espacios son enriquecedores porque nos llena de emoción mostrar los resultados y el proceso materializado de lo que estamos haciendo. También permite que cada uno lleve diferentes aportes, pues no es lo mismo el clima aquí, en la Serranía de La Paz, que en otros sectores. Además, conocemos otras experiencias, monitores y el proceso que llevan con sus cultivos”, afirmó Dora.

En esta oportunidad, fue posible dar a conocer los resultados del programa en 2024, donde se observó una evolución significativa en las condiciones climáticas. “El primer trimestre estuvo influenciado por el fenómeno de El Niño, con temperaturas más altas y algunas reducciones en la disponibilidad de lluvia. Sin embargo, a partir del segundo trimestre, se establecieron condiciones neutras que se mantuvieron durante el resto del año. Esta estabilidad climática favoreció el desarrollo de los cultivos de cacao y café, lo que resultó en una producción por encima del promedio para la zona”, aseguró Andrés Rueda, Jefe de proyecto.

Asimismo, explicó que los precios elevados del cacao y el café incentivaron a los productores a realizar un manejo más cuidadoso y técnico de sus cultivos, lo que contribuyó a los buenos resultados productivos. Siendo un año positivo, donde se evidenció cómo la combinación de condiciones climáticas favorables y decisiones oportunas de manejo pueden generar impactos concretos en los rendimientos y en la resiliencia de las familias campesinas.

Estos resultados son posibles gracias a un sistema mixto de recopilación que maneja el Monitoreo climático participativo, que cuenta con 7 estaciones meteorológicas satelitales que recogen información del clima, y 26 parcelas de monitoreo agronómico, 21 de cacao, 3 de café y 2 de tabaco.

“La información técnica se combina con las observaciones del monitoreo participativo. Sumado a esto, el profesional social del proyecto realiza acompañamiento a finca para comprender percepciones y experiencias de los productores. Se priorizan datos de precipitación, temperatura, humedad relativa, radiación solar, evaporación y velocidad, dirección del viento y ocurrencia de eventos extremos, así como variables agronómicas como floración, producción, afectaciones por plagas y enfermedades para los cultivos”, agregó Andrés.

Toda la información presentada busca ser una herramienta útil y práctica para la toma de decisiones. Por ejemplo, conocer los patrones locales de lluvia permite programar mejor las podas, la fertilización y el manejo del cultivo. Además, la anticipación de eventos extremos como El Niño o La Niña ayuda a preparar medidas de protección para cultivos. En la medida en que los productores integren estos datos con su experiencia, podrán adaptarse mejor a los cambios del clima, mejorar su productividad y reducir riesgos.

“Estos espacios nos ayudan a tomar mejores decisiones en la finca, haciendo controles a tiempo y evitando la propagación de enfermedades en los cultivos. Los conocimientos que adquirimos nos ayudan a conocer más del tema y aplicar buenas prácticas en el cultivo”, enfatizó Luz Aleida, quien también reconoció la importancia de intercambiar información y reforzar los conocimientos con otros monitores, pues cada proceso es diferente, pero puede enriquecer las experiencias de otras personas.

Finalmente, el Monitoreo climático participativo, cuenta con una estrategia que permite que datos meteorológicos y agronómicos sean comprendidos y apropiados con los monitores. Este proceso se desarrolla en tres fases articuladas: la sensibilización para el registro de datos, la formación en la interpretación de los datos y la apropiación de la información recopilada. A través de estas fases, los productores construyen una comprensión clara del clima, su comportamiento local y cómo este se relaciona directamente con los ciclos de sus cultivos en finca.

“Un hito importante de este año fue la presentación de la primera beta de la aplicación UVA, una herramienta digital diseñada para el monitoreo del clima en la zona. Esta aplicación busca facilitar la recolección y consulta de información climática por parte de los monitores, promoviendo un acceso más ágil, contextualizado y útil para la toma de decisiones productivas”, concluyó Rueda.

De esta forma, el programa de Monitoreo climático participativo sigue fortaleciendo y capacitando a los monitores y productores del departamento de Santander, aportando a la productividad y calidad de los cultivos de cacao y café; y articulando conocimientos técnicos y ancestrales que favorezcan la toma de decisiones para la prevención ante acontecimientos climáticos y enfermedades en cultivos.

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