Experiencias y resultados durante los talleres de monitoreo climático participativo

Los espacios de encuentro, intercambio de experiencias y socialización de resultados son algunos de los momentos claves durante la implementación del proyecto Monitoreo climático participativo, pues reúne al grupo de monitores con el equipo técnico para conocer los procesos y avances en las diferentes fincas y, en ese sentido, seguir fortaleciendo la red de monitores que se ha consolidado en Santander.

Es así como desde hace 13 años esta iniciativa de ISAGEN y Fundación Natura han logrado acercarse a cada una de las familias que se ha vinculado al monitoreo, a través de talleres presenciales en los que participa gran parte de la comunidad de productores que viven alrededor del embalse Topocoro, para capacitarse y fortalecer los conocimientos sobre la recolección y el análisis de datos relacionados con las variables climáticas que influyen en la toma de decisiones frente a los cultivos que se manejan en la región.

“Me parecen importantes estas reuniones y talleres que hacen, porque nos ayudan a relacionarnos con nuestros vecinos o con otras personas que también están participando en el proyecto. Además, nos aporta conocimientos respecto al clima y a saber usar esos registros que se hacen”, resaltó Claudia Patricia Serrano, monitora de la finca Jericó, ubicada en el sector Miradores de la Plazuela.

Con el fin de dar a conocer los resultados de 2022 y hacer un comparativo con los años anteriores en todas las variables que se estudian, entre el 5 y el 9 de junio se realizó un ciclo de talleres en los que participaron 91 familias productoras de cacao, café y tabaco, de los municipios de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón (Santander). “La dinámica de los talleres se dividió en tres momentos; en el primero se trabajó sobre el concepto de percepción y su relación con el clima, en el segundo se presentaron los resultados agronómicos, y en el tercero los resultados meteorológicos”, afirmó Andrés Rueda, Jefe de proyecto.

Dichos resultados también se compartieron a través de la cartilla Proyecto de monitoreo del comportamiento microclimático y agronómico en el área de influencia del embalse Topocoro, diciembre 2022, en la que se destaca que “en el cultivo de cacao, el comportamiento de las mazorcas sanas y los meses con mayores picos de producción se mantienen en el tiempo, es decir, no se han presentado cambios para estas variables antes y después del llenado del embalse”.

Además, “las enfermedades monilla, fitóftora y escoba de bruja siguen presentándose de forma habitual en la zona de influencia del embalse, ya que sus picos más altos y bajos siguen un comportamiento consecuente en los registros históricos desde que se inició el monitoreo, en consecuencia, no se han presentado cambios para estas variables antes y después del llenado del embalse”.

Otras conclusiones y más detalles de las variables climáticas y agronómicas de cada finca se encuentran en la cartilla, la cual se presentó durante los talleres. Esta publicación se puede consultar aquí. 

Sobre la importancia de estos espacios de encuentro, Eumelina Robayo de la finca El Diamante, del sector Miradores de la Plazuela (Zapatoca), compartió: “Nos llenamos de experiencia relacionada con los datos, conocemos a otros monitores que cuentan con datos diferentes y aunque seamos vecinos, allá puede caer poquita agua, mientras que en mi finca cae bastante. Conocer esas diferencias que traen enseñanzas, nos ayuda a tomar los datos y utilizarlos para las siembras, para programarnos y saber los tiempos de lluvia y sequía”.

Por su parte, Beatriz Núñez de la finca El Regalo, resaltó algunas ventajas del monitoreo. “He visto muchos cambios con el monitoreo porque tenemos mucha información que hemos implementado en los cultivos cuando vienen los fenómenos, sea de El Niño o de La Niña, y ya con eso nos basamos para hacer los diferentes trabajos en la finca, con los cultivos”.

Desde el sector de Santa Helena (San Vicente de Chucurí), Enrique Tirado Mosquera de la finca El Recuerdo, manifestó lo que le ha dejado este proceso: “Para mí ha sido importante porque he aprendido a mirar los diferentes comportamientos climáticos y eso lo he aplicado dentro de los cultivos. Por ejemplo, llegar a identificar que cuando hay más humedad, hay más ataque de monilla o enfermedades relativas”. Por su parte, Francy Helena Toloche de la finca Palmeras, mostró su interés en los talleres: “Me encanta compartir con los compañeros para actualizar datos porque en unas zonas puedes ver más o menos porcentajes de lluvias y eso es importante para socializar y sacar conclusiones”.

En el acompañamiento durante todo el proceso de monitoreo, que se estructura en tres fases con tres módulos en cada una, se han trabajado conceptos meteorológicos, agronómicos y de ciencia participativa que se evidencian en “la capacidad que tienen los monitores de entender las dinámicas meteorológicas anuales y mensuales en las acciones que se realizan en las fincas teniendo en cuenta los datos recolectados y, sobre todo, en la capacidad de abordar acciones preventivas bajo fenómenos de variabilidad climática como El Niño y La Niña”, aseguró Andrés.

Es por esto que el monitoreo climático participativo, a través de la recolección y el análisis de datos, de los encuentros y todo lo que abarca su componente social, ha permitido entender el clima y su relación con los cultivos de una manera más tangible para la comunidad, tanto así que “los productores se han convertido en investigadores capaces de correlacionar las condiciones meteorológicas con las dinámicas productivas, de enfermedades, y floración y fructificación en sus cultivos”, concluyó Rueda.

Así, los monitores climáticos de Santander, ISAGEN y Fundación Natura siguen aportando al fortalecimiento de capacidades técnicas y saberes locales que se ven reflejados en los cultivos destacados de la región, dejando en evidencia que mientras se identifiquen y manejen diversos conceptos climáticos y agronómicos es posible adaptarse a la variabilidad climática.

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