Reactivación de monitores del clima en Santander

Luz Mery lleva cuatro años viviendo en San Vicente de Chucurí (Santander), en el sector Santa Helena, específicamente en la Finca Venecia. En los últimos dos años ha aprendido a ser monitora del clima, recolectando datos de medición de los milímetros de agua lluvia y de la temperatura, tanto en la mañana como en la noche.

“Poder medir la cantidad de agua que cae por metro de tierra, me parece que es lo más importante que me ha enseñado el monitoreo”, aseguró Luz Mery Leal. Ya que le permite controlar uno de los factores que más afecta los cultivos de cacao: el hongo conocido como monilla. “Llevo un control para supervisar la monilla que llega por la humedad, puedo saber si este mes o esta semana debo prestarle más atención a su prevención”.

Este proceso ha estado acompañado por el proyecto Monitoreo climático participativo, una iniciativa de ISAGEN y Fundación Natura que cumple diez años capacitando y fortaleciendo a la comunidad de San Vicente de Chucurí, Betulia, Zapatoca y Girón (Santander), en el registro de información climática que aporta en la toma de decisiones relacionadas con el manejo de los cultivos, principalmente de cacao.

Sin embargo, las actividades con los monitores se vieron afectadas durante la pandemia ocasionada por el COVID-19, debido que no fue posible visitar los predios durante el aislamiento. De hecho, antes se encontraban vinculados 92 monitores, mientras que, en 2021, momento en cual se tenía previsto concluir con el proceso, habían 32 monitores activos.

En 2022, el proyecto anunció su continuidad por cinco años más. Una noticia que viene acompañada de nuevos objetivos, retos y la consolidación de una red de monitores del clima, que espera reactivar el trabajo con cada uno de los productores, sobre todo, aquellos que quedaron en las primeras fases de la estrategia de Monitoreo climático participativo.

“Una estrategia que se basó en los principios de la Ciencia Ciudadana y se estructuró en tres fases: la primera se fundamentó en el aprendizaje de los protocolos de monitoreo para el registro de variables climáticas por parte del productor. La segunda se enfocó en el aprendizaje y análisis del comportamiento de las variables en el tiempo y el espacio. Mientras que la tercera se orientó a desarrollar acciones agrometeorológicas para el manejo del cultivo. El trabajo de 2023 estará enfocado en reactivar los monitores que estaban en la primera y segunda fase”, afirmó Andrés Rueda, Jefe del proyecto.

Esta ampliación del proceso es una oportunidad para seguir fortaleciendo a la comunidad. “Una parte bonita de retomar esto es poder interactuar con otras personas, estar en los encuentros para conocer más gente, para compartir experiencias o escuchar a otras personas, conocer sobre sus procesos y ver qué podemos aplicar en la finca. Además, escuchamos a los investigadores y técnicos, que nos dejan unos consejos muy buenos, son unos muchachos que nos hablan claro y nos explican bien”, aseguró Luz Mery.

Actualmente los monitores están inactivos, mientras que el área social del proyecto está realizando visitas en cada predio anunciando la reactivación de las actividades e invitando a las familias a vincularse de nuevo. Durante enero de 2023 se volvieron a unir cuatro monitores y otros 20 están en proceso, recibiendo al equipo técnico y escuchando todo lo que el programa espera lograr durante esta reactivación.

“La idea es contar con una red de monitores que alcance un número de 60 familias, todas ellas en la fase tres de la estrategia. Esta estrategia se ha convertido en la forma más idónea para que los productores de la zona comprendan y participen de forma activa en las actividades el proyecto”, agregó Andrés.

A través de esta reactivación, el proyecto Monitoreo climático participativo espera seguir abriendo espacios para los productores de Santander, para aprender sobre la toma de datos, compartir sus experiencias relacionadas con las variaciones del clima y cómo estos datos pueden relacionarse con la producción de sus cultivos.